Sionismo: la madre que pariĆ³ la identidad palestina, por Jorge Rozemblum

Hace unos 60 aƱos nacĆ­an en el mundo Ć”rabe los movimientos nacionalistas laicos que hoy se derrumban, con estruendos de guerras civiles. Estas dĆ©cadas (Ā”oh, casualidad!) coinciden con la instauraciĆ³n del primer estado democrĆ”tico de la regiĆ³n (Israel, por si no lo habĆ­an adivinado).
Uno no estĆ” acostumbrado a esto. Israel ya no es el principal protagonista de las noticias de Oriente PrĆ³ximo. Y ello incluso cuando acaban de iniciarse unas negociaciones con los palestinos que algunos han calificado como la Ćŗltima oportunidad para la ā€œsoluciĆ³n de los dos estadosā€. Mientras tanto, lo que empezĆ³ con una movilizaciĆ³n ā€œprimaveralā€ en el mundo Ć”rabe, se estĆ” transformando en la mĆ”s otoƱal y sangrienta de su historia.
Los centenares de millones de Ć”rabes reubicados al final de la Primera Guerra Mundial (tras la caĆ­da del Imperio Otomano) en decenas de paĆ­ses (la mayorĆ­a de muy reciente invenciĆ³n, como Tranjordania o Kuwait) comprendieron que su camino a la modernidad pasaba por alejarse de las tradiciones mĆ”s inmovilistas y hacia la dĆ©cada de los 50 encontraron su razĆ³n de ser unificadora en la negaciĆ³n del sionismo que habĆ­a hecho renacer las abandonadas tierras de una parte de la provincia de Siria y hacia la que cada dĆ­a convergĆ­an mĆ”s Ć”rabes por el efecto llamada del espĆ­ritu pionero judĆ­o.
Porque, paradojas de la historia, el pueblo palestino que se sienta estos dĆ­as planteando exigencias maximalistas en las negociaciones impulsadas por el gobierno de Obama, nace -ahĆ­ estĆ”n los nĆŗmeros y la historia para demostrarlo- como consecuencia del sionismo, como acto reflejo del impulso que la llegada de los judĆ­os produce en la olvidada subprovincia otomana y luego en el protectorado que el Reino Unido ejerce en la zona, con la condiciĆ³n impuesta por la entonces Liga de las Naciones de crear en el futuro un ā€œhogar nacional para los judĆ­osā€. Decenas de miles de Ć”rabes pauperizados de las regiones vecinas (especialmente Egipto y Siria) encuentran sostĆ©n y condiciones laborales mĆ”s humanas entre los judĆ­os que llegan de todo el mundo. Sorprendente, pero cierto: la formaciĆ³n del pueblo palestino es un producto colateral del retorno de los judĆ­os a su patria ancestral.
Sin embargo, en lugar de reconocer el efecto progresista y modernizador del sionismo, los estados Ć”rabes de taifas de Oriente PrĆ³ximo optaron por la negaciĆ³n absoluta de cualquier derecho a los judĆ­os, iniciando un camino de ā€œmalas compaƱƭasā€: desde la alianza del Mufti de JerusalĆ©n con Hitler, al apoyo a la invasiĆ³n de Kuwait por Sadam Husein, pasando por la negativa de la Liga Ɓrabe a la particiĆ³n de la ONU de 1947, la consecuente invasiĆ³n de la reciĆ©n proclamada Israel por parte de 7 ejĆ©rcitos, la ocupaciĆ³n militar de Gaza y Cisjordania del 49 al 67, y el apoyo a un terrorismo dedicado a atacar civiles.
Hoy, la calle Ć”rabe, harta de dos generaciones perdidas en luchas contra fantasmas, explota en Bengasi, Homs o El Cairo, viendo cĆ³mo el fruto de su esfuerzo colectivo se va por las cloacas de la cultura de la muerte (financiando al terrorismo) y la sumisiĆ³n (a los clĆ©rigos y reyes). OjalĆ” descubran el engaƱo y sean capaces de superar la ceguera que en estas dĆ©cadas implantaron en sus corazones y mentes. Porque, y disculpen nuevamente la bofetada de esta afirmaciĆ³n, su propio futuro depende de que sean capaces de verse a sĆ­ mismo como reflejo del otro, de nosotros.
Shabat Shalom.

Jorge Rozemblum es director de Radio Sefarad

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