agenda, opinión

Los Simpson y el Nóbel de la Paz, por Jorge Rozemblum

En algún capítulo de la popular serie televisiva de animación “Los Simpson”, el travieso y poco amante del estudio Bart consigue un “suficiente” en un examen, por lo que es efusivamente felicitado por sus padres. A su hermana, la muy aplicada Lisa, a pesar de obtener un “sobresaliente”, nadie la felicita ni tan siquiera presta atención, siendo su logro más destacado. Las razones para la entrega de los Premios Nóbel de la Paz guardan una peligrosa semejanza con dicha injusticia.Por ejemplo, el último de ellos fue otorgado no a un individuo u organización que milite por la paz en el mundo (o, al menos, entre una pequeña parte de éste), sino a un organismo técnico encargado de verificar el cumplimiento de unos acuerdos y, ocasionalmente, de desmantelar un arsenal químico. No es, como decimos, una ONG que presiona a los gobiernos y ejércitos a desprenderse de este armamento de destrucción masiva e indiscriminada, sino un organismo con funcionarios encargados de cumplir una misión, como también lo son  los que controlan el desarrollo de armas atómicas (y que desde hace un decenio no consiguen que Irán les abra sus instalaciones para una verdadera inspección) o, si me apuran, un inspector de Hacienda que, por muy encomiable y desagradecida que sea su profesión, se limita a cumplir unas órdenes decretadas por otros. No se ha premiado al hacedor de la paz, sino a quien lo verifica, seguramente por lo engorroso que sería determinar quién se lleva las medallas del desarme químico en Siria.Muchos apostaban para el premio por Malala Yousafzai, la joven pakistaní que sufrió en sus carnes el desprecio de los talibanes por las mujeres y la educación. Ella era la “Lisa Simpson” de esta historia, la valedora del “sobresaliente” en conducta y aspiraciones de paz. Pero había un inconveniente: sus “enemigos”, los “malos de la película” son musulmanes. Y su fanatismo, desgraciadamente, no está tan alejado de la corriente principal que anima hoy a gran parte de los pueblos que practican esta creencia, al menos en lo que respecta al trato a las mujeres. Significativamente, ningún medio de habla hispana comentó las presiones del “petrodolarizado” lobby árabe (pero, ¿cómo?, ¿no eran los judíos los que tenían “el” todopoderoso lobby?). Una vez más, la opinión pública fue inducida (como si fuéramos los padres de los Simpson) a dejarse encandilar por una labor retribuida y con todas las garantías laborables posibles, frente a la simple voluntad inquebrantable de superación de una joven que paga con su propia salud por sus ideales y pensamientos.No es la primera vez que nos la cuelan. En el 2012 el premio fue a la Unión Europea por su defensa, entre otros, de los derechos humanos, justo cuando los países de mayor tradición democrática del continente expulsan a los gitanos y rechazan ayudar a los náufragos de las pateras. Y todos recordaremos el premio “por adelantado” en 2009 a un recién nombrado presidente Obama, por sus suaves y animosas palabras pronunciadas, por ejemplo, en la Universidad de El Cairo y que encendieron la llama de una Primavera Árabe que nadie sabe cómo apagar ni ponerle cortafuegos contra la barbarie y el caos.La crisis que nos afecta no sólo es económica, es de valores, como lo demuestra una sociedad que premia a quien cumple con un trabajo encomendado y deja de lado a quienes pretenden mejorar el mundo. Algo que nosotros (sin grandes premios más que el de nuestra propia conciencia) desde hace muchos siglos llamamos Tikún Olam.Shabat ShalomJorge Rozemblum es director de Radio Sefarad Pulse aquí para acceder a la programación semanal completa y a los enlaces de Radio Sefarad

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Los Simpson y el Nóbel de la Paz, por Jorge Rozemblum

En algún capítulo de la popular serie televisiva de animación “Los Simpson”, el travieso y poco amante del estudio Bart consigue un “suficiente” en un examen, por lo que es efusivamente felicitado por sus padres. A su hermana, la muy aplicada Lisa, a pesar de obtener un “sobresaliente”, nadie la felicita ni tan siquiera presta atención, siendo su logro más destacado. Las razones para la entrega de los Premios Nóbel de la Paz guardan una peligrosa semejanza con dicha injusticia.Por ejemplo, el último de ellos fue otorgado no a un individuo u organización que milite por la paz en el mundo (o, al menos, entre una pequeña parte de éste), sino a un organismo técnico encargado de verificar el cumplimiento de unos acuerdos y, ocasionalmente, de desmantelar un arsenal químico. No es, como decimos, una ONG que presiona a los gobiernos y ejércitos a desprenderse de este armamento de destrucción masiva e indiscriminada, sino un organismo con funcionarios encargados de cumplir una misión, como también lo son  los que controlan el desarrollo de armas atómicas (y que desde hace un decenio no consiguen que Irán les abra sus instalaciones para una verdadera inspección) o, si me apuran, un inspector de Hacienda que, por muy encomiable y desagradecida que sea su profesión, se limita a cumplir unas órdenes decretadas por otros. No se ha premiado al hacedor de la paz, sino a quien lo verifica, seguramente por lo engorroso que sería determinar quién se lleva las medallas del desarme químico en Siria.Muchos apostaban para el premio por Malala Yousafzai, la joven pakistaní que sufrió en sus carnes el desprecio de los talibanes por las mujeres y la educación. Ella era la “Lisa Simpson” de esta historia, la valedora del “sobresaliente” en conducta y aspiraciones de paz. Pero había un inconveniente: sus “enemigos”, los “malos de la película” son musulmanes. Y su fanatismo, desgraciadamente, no está tan alejado de la corriente principal que anima hoy a gran parte de los pueblos que practican esta creencia, al menos en lo que respecta al trato a las mujeres. Significativamente, ningún medio de habla hispana comentó las presiones del “petrodolarizado” lobby árabe (pero, ¿cómo?, ¿no eran los judíos los que tenían “el” todopoderoso lobby?). Una vez más, la opinión pública fue inducida (como si fuéramos los padres de los Simpson) a dejarse encandilar por una labor retribuida y con todas las garantías laborables posibles, frente a la simple voluntad inquebrantable de superación de una joven que paga con su propia salud por sus ideales y pensamientos.No es la primera vez que nos la cuelan. En el 2012 el premio fue a la Unión Europea por su defensa, entre otros, de los derechos humanos, justo cuando los países de mayor tradición democrática del continente expulsan a los gitanos y rechazan ayudar a los náufragos de las pateras. Y todos recordaremos el premio “por adelantado” en 2009 a un recién nombrado presidente Obama, por sus suaves y animosas palabras pronunciadas, por ejemplo, en la Universidad de El Cairo y que encendieron la llama de una Primavera Árabe que nadie sabe cómo apagar ni ponerle cortafuegos contra la barbarie y el caos.La crisis que nos afecta no sólo es económica, es de valores, como lo demuestra una sociedad que premia a quien cumple con un trabajo encomendado y deja de lado a quienes pretenden mejorar el mundo. Algo que nosotros (sin grandes premios más que el de nuestra propia conciencia) desde hace muchos siglos llamamos Tikún Olam.Shabat ShalomJorge Rozemblum es director de Radio Sefarad Pulse aquí para acceder a la programación semanal completa y a los enlaces de Radio Sefarad

artículo, libertad religiosa

Declaración Conjunta – XXII Encuentro Internacional Católico Judío de Madrid

Bajo el lema “Desafíos para la Religión en la Sociedad Contemporánea” representantes oficiales de la Iglesia Católica y el mundo judío han estado debatiendo durante cuatro días en Madrid los principales asuntos que conciernen y preocupan a ambas confesiones. Las conclusiones se han recogido en una declaración conjunta: Herencia Común Judíos y cristianos compartimos la herencia bíblica que explica la relación entre Dios y los hombres. Basándonos en esta historia sagrada, judíos y católicos nos reunimos para debatir las oportunidades y dificultades a las que se enfrentan las creencias religiosas en el mundo de hoy. Casi hace 50 años el Concilio Vaticano II promulgó la Declaración Nostra aetate, encaminando a la Iglesia Católica hacia una nueva senda en su relación con el pueblo judío. Uno de los frutos más importantes fue el establecimiento del  International Liaison Committee (ILC) como el instrumento formal para vehicular las relaciones entre la Santa Sede y la comunidad judía internacional. La discusión abierta en un espíritu de mutua confianza y respeto ha caracterizado nuestro encuentro en Madrid y abunda en el progreso conseguido en enseñar e implementar los principios y enseñanzas de la Declaración conciliar. En este vigésimo segundo encuentro nos reafirmamos en la singular relación entre católicos y judíos basada en un legado espiritual común y en una responsabilidad compartida en la defensa de la dignidad humana. Como católicos y judíos abogamos por un mundo en el que los derechos humanos sean reconocidos y respetados y todos los pueblos puedan florecer en paz y libertad. Estamos comprometidos a fortalecer nuestra colaboración para lograr una más equitativa distribución de las riquezas y los beneficios derivados de los avances de la ciencia, medicina, educación y desarrollo económico. Nuestra unión busca una mejora del mundo de forma que refleje la visión bíblica original: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y todo era bueno”  (Génesis. 1:31) Se han discutido y examinado en pequeños grupos el aumento del antisemitismo, el incremento de la persecución de los cristianos en varias partes del mundo y la amenaza a la libertad religiosa en muchas sociedades. A la luz de nuestros ideales religiosos compartidos hemos examinado las dificultades a lasque nuestras tradiciones religiosas se enfrentan hoy en día: violencia, terrorismo, extremismo, discriminación y pobreza. Nos entristece profundamente que se tome el nombre de Dios en vano. Libertad Religiosa Animados por la preocupación expresada por el Papa Francisco acerca del bienestar universal de todos, especialmente de los pobres y oprimidos, compartimos la creencia de que cada individuo ha sido dotado por Dios de dignidad. Esto requiere que cada persona pueda expresar su libertad de conciencia y religión de manera individual e institucional, privada y pública. Deploramos la manipulación política de la religión. Judíos y Católicos condenamos la persecución por motivos religiosos. Hacemos un llamamiento a los líderes políticos y religiosos y a las instituciones para que aseguren la integridad física y la protección legal de todos aquellos que ejerciten su derecho fundamental a la libertad religiosa, que protejan el derecho de los individuos a cambiar o abandonar sus creencias religiosas, a educar a sus hijos de acuerdo a sus creencias, incluyendo el sacrificio ritual de animales, la circuncisión y poder mostrar símbolos religiosos en lugares públicos. Persecución de los cristianos ILC recomienda a la Comisión del Vaticano para las Relaciones Religiosas con los Judíos y el IJCIC trabajar juntos contra la persecución de las minoría cristianas allí donde se lleven a cabo, de alertar sobre estos problemas y apoyar los esfuerzos que garanticen que todo ciudadano tenga plenos derechos independientemente de su identidad étnica o religosa, en Oriente Medio y en cualquier otra parte. Especialmente respecto a la minoría cristiana y a la comunidad judía en Oriente Medio. El aumento del Antisemitismo Como el Papa Francisco ha dicho repetidamente, “un cristiano no puede ser antisemita”. Exhortamos a todos los líderes religiosos a que se opongan firmemente a este pecado. La celebración del 50 aniversario de Nostra aetate en 2015 supondrá un momento privilegiado para reafirmarnos en la condena del antisemitismo. Urgimos a que las enseñanzas antisemitas desaparezcan de libros de texto y discursos en todo el mundo. De igual manera cualquier expresión anti cristiana es igualmente inaceptable. Educación Recomendamos que todos los seminarios judíos y católicos incluyan programas educativos sobre la Nostra aetate y los documentos posteriores de la Santa Sede que implementan esta Declaración. Las nuevas generaciones de líderes católicos y judíos reconocemos lo mucho que Nostra aetate ha contribuido a cambiar y mejorar las relaciones entre judíos y católicos. Es imperativo que las nuevas generaciones abracen estas enseñanzas y aseguren que lleguen a todos los rincones de la Tierra. Frente a estos desafíos, judíos y católicos renovamos nuestro compromiso para educar a nuestras respectivas comunidades en el conocimiento y respeto del otro. Acordamos cooperar para mejorar las vidas de los que viven en los márgenes de la sociedad: los pobres, los enfermos, los refugiados, las víctimas del tráfico humano y proteger la creación de Dios de los peligros del cambio climático. No podemos hacer esto solos. Hacemos un llamamiento a todos aquellos en posiciones de autoridad e influencia para que se nos unan en la causa del bien común, de forma que todos podamos vivir en dignidad y seguridad, y la justicia y la paz prevalezcan.

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Declaración Conjunta – XXII Encuentro Internacional Católico Judío de Madrid

Bajo el lema “Desafíos para la Religión en la Sociedad Contemporánea” representantes oficiales de la Iglesia Católica y el mundo judío han estado debatiendo durante cuatro días en Madrid los principales asuntos que conciernen y preocupan a ambas confesiones. Las conclusiones se han recogido en una declaración conjunta: Herencia Común Judíos y cristianos compartimos la herencia bíblica que explica la relación entre Dios y los hombres. Basándonos en esta historia sagrada, judíos y católicos nos reunimos para debatir las oportunidades y dificultades a las que se enfrentan las creencias religiosas en el mundo de hoy. Casi hace 50 años el Concilio Vaticano II promulgó la Declaración Nostra aetate, encaminando a la Iglesia Católica hacia una nueva senda en su relación con el pueblo judío. Uno de los frutos más importantes fue el establecimiento del  International Liaison Committee (ILC) como el instrumento formal para vehicular las relaciones entre la Santa Sede y la comunidad judía internacional. La discusión abierta en un espíritu de mutua confianza y respeto ha caracterizado nuestro encuentro en Madrid y abunda en el progreso conseguido en enseñar e implementar los principios y enseñanzas de la Declaración conciliar. En este vigésimo segundo encuentro nos reafirmamos en la singular relación entre católicos y judíos basada en un legado espiritual común y en una responsabilidad compartida en la defensa de la dignidad humana. Como católicos y judíos abogamos por un mundo en el que los derechos humanos sean reconocidos y respetados y todos los pueblos puedan florecer en paz y libertad. Estamos comprometidos a fortalecer nuestra colaboración para lograr una más equitativa distribución de las riquezas y los beneficios derivados de los avances de la ciencia, medicina, educación y desarrollo económico. Nuestra unión busca una mejora del mundo de forma que refleje la visión bíblica original: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y todo era bueno”  (Génesis. 1:31) Se han discutido y examinado en pequeños grupos el aumento del antisemitismo, el incremento de la persecución de los cristianos en varias partes del mundo y la amenaza a la libertad religiosa en muchas sociedades. A la luz de nuestros ideales religiosos compartidos hemos examinado las dificultades a lasque nuestras tradiciones religiosas se enfrentan hoy en día: violencia, terrorismo, extremismo, discriminación y pobreza. Nos entristece profundamente que se tome el nombre de Dios en vano. Libertad Religiosa Animados por la preocupación expresada por el Papa Francisco acerca del bienestar universal de todos, especialmente de los pobres y oprimidos, compartimos la creencia de que cada individuo ha sido dotado por Dios de dignidad. Esto requiere que cada persona pueda expresar su libertad de conciencia y religión de manera individual e institucional, privada y pública. Deploramos la manipulación política de la religión. Judíos y Católicos condenamos la persecución por motivos religiosos. Hacemos un llamamiento a los líderes políticos y religiosos y a las instituciones para que aseguren la integridad física y la protección legal de todos aquellos que ejerciten su derecho fundamental a la libertad religiosa, que protejan el derecho de los individuos a cambiar o abandonar sus creencias religiosas, a educar a sus hijos de acuerdo a sus creencias, incluyendo el sacrificio ritual de animales, la circuncisión y poder mostrar símbolos religiosos en lugares públicos. Persecución de los cristianos ILC recomienda a la Comisión del Vaticano para las Relaciones Religiosas con los Judíos y el IJCIC trabajar juntos contra la persecución de las minoría cristianas allí donde se lleven a cabo, de alertar sobre estos problemas y apoyar los esfuerzos que garanticen que todo ciudadano tenga plenos derechos independientemente de su identidad étnica o religosa, en Oriente Medio y en cualquier otra parte. Especialmente respecto a la minoría cristiana y a la comunidad judía en Oriente Medio. El aumento del Antisemitismo Como el Papa Francisco ha dicho repetidamente, “un cristiano no puede ser antisemita”. Exhortamos a todos los líderes religiosos a que se opongan firmemente a este pecado. La celebración del 50 aniversario de Nostra aetate en 2015 supondrá un momento privilegiado para reafirmarnos en la condena del antisemitismo. Urgimos a que las enseñanzas antisemitas desaparezcan de libros de texto y discursos en todo el mundo. De igual manera cualquier expresión anti cristiana es igualmente inaceptable. Educación Recomendamos que todos los seminarios judíos y católicos incluyan programas educativos sobre la Nostra aetate y los documentos posteriores de la Santa Sede que implementan esta Declaración. Las nuevas generaciones de líderes católicos y judíos reconocemos lo mucho que Nostra aetate ha contribuido a cambiar y mejorar las relaciones entre judíos y católicos. Es imperativo que las nuevas generaciones abracen estas enseñanzas y aseguren que lleguen a todos los rincones de la Tierra. Frente a estos desafíos, judíos y católicos renovamos nuestro compromiso para educar a nuestras respectivas comunidades en el conocimiento y respeto del otro. Acordamos cooperar para mejorar las vidas de los que viven en los márgenes de la sociedad: los pobres, los enfermos, los refugiados, las víctimas del tráfico humano y proteger la creación de Dios de los peligros del cambio climático. No podemos hacer esto solos. Hacemos un llamamiento a todos aquellos en posiciones de autoridad e influencia para que se nos unan en la causa del bien común, de forma que todos podamos vivir en dignidad y seguridad, y la justicia y la paz prevalezcan.

actualidad, opinión

Un encuentro entre hermanos, por Rav Moshé Bendahan

A continuación reproducimos las palabras de Rav Moshé Bendahan, presidente del Consejo Rabínico de España y rabino principal de la Comunidad Judía de Madrid en la inauguración del XXII Reunión del Comité Internacional de Enlace Judeo-Católico, el pasado domingo 13 de octubre: Cuando leemos el libro de Génesis (Bereshit) vemos que hay un constante conflicto entre hermanos, como si el diálogo y la fraternidad fueran imposibles de alcanzar. Ya los dos primeros hermanos mantienen una rivalidad, que lleva a Caín a asesinar a su hermano Abel.Posteriormente hay una disputa entre los hijos de Noé. Shem y Yafet por un lado, y Jam por el otro. Los hijos de Abraham no pueden convivir juntos, e Ishmael tiene que abandonar su casa. Esau y Jacob, siguen marcando la línea de rivalidad, y Jacob tiene que huir de su hogar a Jaran. Los hijos de Jacob no soportan a su hermano José y lo venden como esclavo a Egipto. Al final del libro, nos encontramos con un mensaje de esperanza, y por fin vemos una posibilidad de diálogo y hermandad. José es nombrado virrey de Egipto, sus hermanos vienen a comprar alimentos, y llega la reconciliación y la hermandad. Cuando José, retiene a su hermano Benjamín, Juda le dice, yo me quedo rehén, pero que mi hermano pequeño vuelva con su padre y así Juda repara, la expresión de Caín:“Acaso yo soy el guardián de mi hermano”, demostrando que el sí, es el guardián de su hermano. Por otra parte, cuando José trae a sus dos hijos a su padre Jacob para que los bendiga, los colocó a Menashé, el primogénito a la derecha y a Efraím a la izquierda. El padre cruza los brazos para bendecirlos, y coloca su mano derecha sobre la cabeza de Efraím, y en ese momento, Menashé en lugar de rebelarse, y decir yo soy el primogénito, acepta que su hermano tenga más mérito para merecer la primera bendición, y de esta forma, repara el conflicto de primogenitura que leemos a lo largo de todo el Génesis. Preguntaron nuestros Sabios ¿Por qué D-s creó a una sola pareja, Adán y Eva, y no a varias parejas al mismo tiempo? Para enseñarnos, que al descender toda la humanidad de unos mismos padres, todos somos hermanos, y tenemos que aprender a ver a nuestro prójimo como hermano, y no como un extranjero ó como un extraño. Sólo cuando aprendamos a sentir que el prójimo es nuestro hermano, podremos llegar a una relación de fraternidad, hermandad, respeto y tolerancia. Católicos y judíos deben llegar a una relación de armonía y fraternidad, sustentada en los valores éticos y espirituales comunes, que constituyen la base de la Civilización Occidental. Tenemos que seguir los pasos de la Declaración Nostra Aetate, del Concilio Vaticano II, del 28 de Octubre de 1965, sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, donde está escrito: “Además la Iglesia que reprueba cualquier persecución contra los hombres, consciente del patrimonio común con los judíos, e impulsada no por razones políticas, sino por la religiosa caridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos” Le pido a D-s, que nos de su bendición, para que salgamos de este Congreso más unidos y hermanados.

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Un encuentro entre hermanos, por Rav Moshé Bendahan

A continuación reproducimos las palabras de Rav Moshé Bendahan, presidente del Consejo Rabínico de España y rabino principal de la Comunidad Judía de Madrid en la inauguración del XXII Reunión del Comité Internacional de Enlace Judeo-Católico, el pasado domingo 13 de octubre: Cuando leemos el libro de Génesis (Bereshit) vemos que hay un constante conflicto entre hermanos, como si el diálogo y la fraternidad fueran imposibles de alcanzar. Ya los dos primeros hermanos mantienen una rivalidad, que lleva a Caín a asesinar a su hermano Abel.Posteriormente hay una disputa entre los hijos de Noé. Shem y Yafet por un lado, y Jam por el otro. Los hijos de Abraham no pueden convivir juntos, e Ishmael tiene que abandonar su casa. Esau y Jacob, siguen marcando la línea de rivalidad, y Jacob tiene que huir de su hogar a Jaran. Los hijos de Jacob no soportan a su hermano José y lo venden como esclavo a Egipto. Al final del libro, nos encontramos con un mensaje de esperanza, y por fin vemos una posibilidad de diálogo y hermandad. José es nombrado virrey de Egipto, sus hermanos vienen a comprar alimentos, y llega la reconciliación y la hermandad. Cuando José, retiene a su hermano Benjamín, Juda le dice, yo me quedo rehén, pero que mi hermano pequeño vuelva con su padre y así Juda repara, la expresión de Caín:“Acaso yo soy el guardián de mi hermano”, demostrando que el sí, es el guardián de su hermano. Por otra parte, cuando José trae a sus dos hijos a su padre Jacob para que los bendiga, los colocó a Menashé, el primogénito a la derecha y a Efraím a la izquierda. El padre cruza los brazos para bendecirlos, y coloca su mano derecha sobre la cabeza de Efraím, y en ese momento, Menashé en lugar de rebelarse, y decir yo soy el primogénito, acepta que su hermano tenga más mérito para merecer la primera bendición, y de esta forma, repara el conflicto de primogenitura que leemos a lo largo de todo el Génesis. Preguntaron nuestros Sabios ¿Por qué D-s creó a una sola pareja, Adán y Eva, y no a varias parejas al mismo tiempo? Para enseñarnos, que al descender toda la humanidad de unos mismos padres, todos somos hermanos, y tenemos que aprender a ver a nuestro prójimo como hermano, y no como un extranjero ó como un extraño. Sólo cuando aprendamos a sentir que el prójimo es nuestro hermano, podremos llegar a una relación de fraternidad, hermandad, respeto y tolerancia. Católicos y judíos deben llegar a una relación de armonía y fraternidad, sustentada en los valores éticos y espirituales comunes, que constituyen la base de la Civilización Occidental. Tenemos que seguir los pasos de la Declaración Nostra Aetate, del Concilio Vaticano II, del 28 de Octubre de 1965, sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, donde está escrito: “Además la Iglesia que reprueba cualquier persecución contra los hombres, consciente del patrimonio común con los judíos, e impulsada no por razones políticas, sino por la religiosa caridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos” Le pido a D-s, que nos de su bendición, para que salgamos de este Congreso más unidos y hermanados.

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Desafíos para la fe en las sociedades contemporáneas, por Isaac Querub

A continuación reproducimos las palabras de nuestro presidente  Isaac Querub en la inauguración del XXII Reunión del Comité Internacional de Enlace Judeo-Católico, el pasado domingo 13 de octubre: Cardinal Koch, Chairman of the Holy See´s Commission, Mrs Betty Ehrenberg, Chair of the International Jewish Committee for Interreligious Consultations, Cardenal Rouco Varela, Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal de España, Rabbi Moshe Bendahan, Presidente del Consejo Rabinico de España, D. Angel Llorente, Director General de Cooperación Juridica Internacional y Cooperación con las Confesiones, Presidente de la Comunidad Judia de Madrid, Embajadores, Autoridades Religiosas, Directores, Señoras, Señores, “En nuestro tiempo” -en expresión latina Nostra Aetate– fue el más breve de los documentos del Concilio Vaticano II. Muy esperado por los representantes de las distintas religiones, la Declaración Nostra Aetate no pretendió recoger todas las dimensiones de la visión católica sobre las religiones no cristianas ni sobre el judaísmo; su intención fue más bien subrayar algunos aspectos comunes que invitaban a la mutua colaboración. El texto de la Nostra Aetate es actual, a pesar de que nos acercamos poco a poco a su cincuenta aniversario. El tiempo transcurrido desde que fuera aprobada por los padres conciliares en 1965 no lo ha envejecido. Es una concisa y honda declaración del rico patrimonio espiritual que constituye las raíces comunes entre el judaísmo y el cristianismo, imbuida de la afirmación fundamental de la Biblia sobre la naturaleza del hombre, que manifiesta que ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios. Idea que implica no sólo el concepto de igualdad de los hombres como criaturas de Dios, y su corolario del rechazo a la discriminación entre los hombres y entre los pueblos (como es toda forma de antisemitismo), sino la convicción humanística central de que todo hombre lleva en sí mismo a toda la humanidad. Sobre la semejanza en su creación con Dios, al hombre le correspondería adquirir y practicar las principales cualidades que caracterizan a Dios: justicia y amor (rajamim en hebreo bíblico). Es en este punto en el que radica la esencia compartida de ambas religiones, que confluyen en la conclusión de la existencia de un Dios padre de la creación y la sacralidad de la vida humana. Este núcleo común cimienta el solidísimo vínculo entre judaísmo y cristianismo, al que la Declaración Nostra Aetate se refirió como “un vínculo por el que el pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido con la estirpe de Abraham”. Evidenciando al mismo tiempo que la profunda fractura entre ambas religiones a lo largo de la historia, hasta el punto de llegar a una mutua incomprensión, ha estado caracterizada muy a menudo por una ignorancia mutua, y por ello, imponiendo el deber de una mejor comprensión recíproca y de una renovada estima mutua. Finalmente, Nostra Aetate repudia oficialmente el error histórico del llamado deicidio: Nunca más se acusara a los judíos de la muerte de Cristo. Este espíritu de comprensión recíproca y renovada estima lo hacemos nuestro las Comunidades Judías de España. Lo hemos hecho siempre que hemos podido. Quiero recordar aquí, por su cercanía en el tiempo, nuestro respaldo activo a las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede e Israel y la Jornada Mundial de la Juventud, que implicó la presencia en España de Su Santidad Benedicto XVI en 2011. También nuestra frecuente colaboración en iniciativas más cotidianas -junto con el Centro de Estudios Judeo-Cristianos- como la participación en actos de culto en diversas Parroquias, o en actos académicos impulsados por Universidades Católicas –como la de Ávila, o la de Murcia-, por citar sólo algunos ejemplos. Pero además, los judíos –desde Jerusalén a Madrid pasando por Nueva York- nos rebelamos ante la persecución de las minorías cristianas en Pakistán, Egipto, Irak, Nigeria o Sudán. En respuesta al silencio del mundo ante ese oprobio son muchos los judíos del mundo entero que han alzado su voz –y hoy lo hago yo también aquí- en defensa de los derechos de esas minorías cristianas. Porque los judíos sabemos muy bien que el pecado del silencio es un delito de omisión ante los actos de opresión o asesinato. Y no queremos ser indiferentes ante el sufrimiento de los cristianos ni de nadie. Sabemos muy bien que la Iglesia ha tenido también gestos de proximidad al mundo judío. No me corresponde a mí mencionar los hitos pasados de esa relación judeo-cristiana. Pero sí quiero destacar la creación en 1972, por el entonces Arzobispo de Madrid Monseñor Tarancón, del Centro de Estudios Judeo–Cristiano. Y los signos –enormemente representativos- de Sus Santidades Juan Pablo II y Benedicto XVI, con sus declaraciones, y visitas a las Sinagogas de Roma, Colonia y Nueva York o sus viajes al Estado de Israel y oraciones en el Muro occidental de Jerusalén o Yad Vashem.  Son signos que se han producido en un pasado reciente, y que apuntan hacia esa idea de una mejor comprensión recíproca y una renovada estima mutua. Signos que hago votos para que continúen en el futuro con mayor ímpetu, gracias al nuevo impulso del Papa Francisco. Eminencias, Rabbí, Presidenta, Señoras, Señores, Judaísmo y cristianismo, con plena conciencia de los vínculos que las unen, quieren ser reconocidas y respetadas por su propia identidad, fuera de todo sincretismo y de toda apropiación equívoca. No estoy, por lo tanto, hablando de negar nuestra esencia, ni siquiera de caer en la imprecisión, mucho menos en la mediocridad en materia doctrinal, que causarían grave daño al diálogo judeo-cristiano. Estoy hablando de sumar, a través de la concreción de nuestra voluntad, dirigida al aprecio mutuo y enterrar definitivamente la enseñanza del desprecio. Nuestros retos son comunes. Nuestras convicciones son comunes. ¿Por qué nuestra acción no debería serlo? Hagamos que nuestras acciones sean comunes. Esto es, trabajemos juntos.    Trabajemos juntos destacando nuestro patrimonio espiritual común.    Eminencia, Cardenal Rouco Varela, nuestra Sinagoga está abierta. Nada nos satisfaría más que vuestra presencia en nuestro lugar sagrado de oración, donde se guarda la Torá, que es sagrada escritura para judíos y cristianos. Nuestro templo se abre a su

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Desafíos para la fe en las sociedades contemporáneas, por Isaac Querub

A continuación reproducimos las palabras de nuestro presidente  Isaac Querub en la inauguración del XXII Reunión del Comité Internacional de Enlace Judeo-Católico, el pasado domingo 13 de octubre: Cardinal Koch, Chairman of the Holy See´s Commission, Mrs Betty Ehrenberg, Chair of the International Jewish Committee for Interreligious Consultations, Cardenal Rouco Varela, Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal de España, Rabbi Moshe Bendahan, Presidente del Consejo Rabinico de España, D. Angel Llorente, Director General de Cooperación Juridica Internacional y Cooperación con las Confesiones, Presidente de la Comunidad Judia de Madrid, Embajadores, Autoridades Religiosas, Directores, Señoras, Señores, “En nuestro tiempo” -en expresión latina Nostra Aetate– fue el más breve de los documentos del Concilio Vaticano II. Muy esperado por los representantes de las distintas religiones, la Declaración Nostra Aetate no pretendió recoger todas las dimensiones de la visión católica sobre las religiones no cristianas ni sobre el judaísmo; su intención fue más bien subrayar algunos aspectos comunes que invitaban a la mutua colaboración. El texto de la Nostra Aetate es actual, a pesar de que nos acercamos poco a poco a su cincuenta aniversario. El tiempo transcurrido desde que fuera aprobada por los padres conciliares en 1965 no lo ha envejecido. Es una concisa y honda declaración del rico patrimonio espiritual que constituye las raíces comunes entre el judaísmo y el cristianismo, imbuida de la afirmación fundamental de la Biblia sobre la naturaleza del hombre, que manifiesta que ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios. Idea que implica no sólo el concepto de igualdad de los hombres como criaturas de Dios, y su corolario del rechazo a la discriminación entre los hombres y entre los pueblos (como es toda forma de antisemitismo), sino la convicción humanística central de que todo hombre lleva en sí mismo a toda la humanidad. Sobre la semejanza en su creación con Dios, al hombre le correspondería adquirir y practicar las principales cualidades que caracterizan a Dios: justicia y amor (rajamim en hebreo bíblico). Es en este punto en el que radica la esencia compartida de ambas religiones, que confluyen en la conclusión de la existencia de un Dios padre de la creación y la sacralidad de la vida humana. Este núcleo común cimienta el solidísimo vínculo entre judaísmo y cristianismo, al que la Declaración Nostra Aetate se refirió como “un vínculo por el que el pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido con la estirpe de Abraham”. Evidenciando al mismo tiempo que la profunda fractura entre ambas religiones a lo largo de la historia, hasta el punto de llegar a una mutua incomprensión, ha estado caracterizada muy a menudo por una ignorancia mutua, y por ello, imponiendo el deber de una mejor comprensión recíproca y de una renovada estima mutua. Finalmente, Nostra Aetate repudia oficialmente el error histórico del llamado deicidio: Nunca más se acusara a los judíos de la muerte de Cristo. Este espíritu de comprensión recíproca y renovada estima lo hacemos nuestro las Comunidades Judías de España. Lo hemos hecho siempre que hemos podido. Quiero recordar aquí, por su cercanía en el tiempo, nuestro respaldo activo a las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede e Israel y la Jornada Mundial de la Juventud, que implicó la presencia en España de Su Santidad Benedicto XVI en 2011. También nuestra frecuente colaboración en iniciativas más cotidianas -junto con el Centro de Estudios Judeo-Cristianos- como la participación en actos de culto en diversas Parroquias, o en actos académicos impulsados por Universidades Católicas –como la de Ávila, o la de Murcia-, por citar sólo algunos ejemplos. Pero además, los judíos –desde Jerusalén a Madrid pasando por Nueva York- nos rebelamos ante la persecución de las minorías cristianas en Pakistán, Egipto, Irak, Nigeria o Sudán. En respuesta al silencio del mundo ante ese oprobio son muchos los judíos del mundo entero que han alzado su voz –y hoy lo hago yo también aquí- en defensa de los derechos de esas minorías cristianas. Porque los judíos sabemos muy bien que el pecado del silencio es un delito de omisión ante los actos de opresión o asesinato. Y no queremos ser indiferentes ante el sufrimiento de los cristianos ni de nadie. Sabemos muy bien que la Iglesia ha tenido también gestos de proximidad al mundo judío. No me corresponde a mí mencionar los hitos pasados de esa relación judeo-cristiana. Pero sí quiero destacar la creación en 1972, por el entonces Arzobispo de Madrid Monseñor Tarancón, del Centro de Estudios Judeo–Cristiano. Y los signos –enormemente representativos- de Sus Santidades Juan Pablo II y Benedicto XVI, con sus declaraciones, y visitas a las Sinagogas de Roma, Colonia y Nueva York o sus viajes al Estado de Israel y oraciones en el Muro occidental de Jerusalén o Yad Vashem.  Son signos que se han producido en un pasado reciente, y que apuntan hacia esa idea de una mejor comprensión recíproca y una renovada estima mutua. Signos que hago votos para que continúen en el futuro con mayor ímpetu, gracias al nuevo impulso del Papa Francisco. Eminencias, Rabbí, Presidenta, Señoras, Señores, Judaísmo y cristianismo, con plena conciencia de los vínculos que las unen, quieren ser reconocidas y respetadas por su propia identidad, fuera de todo sincretismo y de toda apropiación equívoca. No estoy, por lo tanto, hablando de negar nuestra esencia, ni siquiera de caer en la imprecisión, mucho menos en la mediocridad en materia doctrinal, que causarían grave daño al diálogo judeo-cristiano. Estoy hablando de sumar, a través de la concreción de nuestra voluntad, dirigida al aprecio mutuo y enterrar definitivamente la enseñanza del desprecio. Nuestros retos son comunes. Nuestras convicciones son comunes. ¿Por qué nuestra acción no debería serlo? Hagamos que nuestras acciones sean comunes. Esto es, trabajemos juntos.    Trabajemos juntos destacando nuestro patrimonio espiritual común.    Eminencia, Cardenal Rouco Varela, nuestra Sinagoga está abierta. Nada nos satisfaría más que vuestra presencia en nuestro lugar sagrado de oración, donde se guarda la Torá, que es sagrada escritura para judíos y cristianos. Nuestro templo se abre a su

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La FCJE reivindica Santa María la Blanca en la XXII Reunión del Comité Internacional de Enlace Judeo-Católico que se inauguró ayer en Madrid

Isaac Querub, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España leyó un discurso cargado de buenas palabras, agradecimientos, buenas intenciones pero también de una reivindicación muy concreta: la devolución de la sinagoga Mayor de Toledo, Santa María la Blanca, al pueblo judío. La sinagoga, que fue un lugar de culto histórico para los judíos, actualmente se encuentra desacralizada, y sin ninguna función pastoral ni proyecto conocido. Por tanto, es un buen momento para pedir su devolución. En palabras de Isaac Querub, se trataría de «reparar el rechazo y el expolio provocados en nuestro país tras expulsión y la Inquisición». «Un acto de generosidad y reconciliación». El presidente de la Federación también destacó el gran valor de la encíclica Nostra Aetate. » A partir de este momento se reparaba un error histórico: el del deicidio. «Nunca más se acusará a los judíos de la muerte de Cristo». El cardenal Antonio María Rouco Varela dijo que el encuentro constituye «un ámbito privilegiado para experimentar el vínculo tan especial que nos une». Betty Ehrenberg, presidenta del Comité Internacional Judío para Asuntos Interreligiosos destacó que el Papa Francisco supone «una luz brillante en el mundo de hoy». Por su parte, el cardenal Kurt Koch, responsable del Vaticano de la relación con el mundo judío, destacó que el actual pontífice conoce muy bien a la comunidad judía y que trabaja por el acercamiento entre ambas confesiones. Además de los citados, estuvieron presentes Angel Llorente, director general de Cooperación con las Confesiones, el nuncio del Vaticano Enzo Fratini, el cardenal Carlos Amigo, los padres Silverio Nieto, Martín Abad, Moshé Bendahan, rabino jefe de Madrid y Ricardo García, subdirector general de Relación con las Confesiones. La Razón: La comunidad judía pide la devolución de la sinagoga mayor de ToledoReligión Digital: Los judíos españoles exigen a Rouco la devolución de Santa María la BlancaReligión Digital: Rouco compara la persecución religiosa española con la de la Unión SoviéticaABC: Iglesia católica y comunidad judía analizan juntas los desafios de la feInfoCatólica: Reunión del XXII Comité Internacional de Enlace entre Católicos y JudíosLa Razón: Piden que la negación del «Holocausto judío» sea delito

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