Quiero, en primer lugar, enviar un saludo muy especial para mis colegas representantes de las distintas Confesiones religiosas aquí presentes pues sentimos gran afecto y respeto por ellos. Hace un tiempo estudiantes de la Universidad Hebrea de Jerusalén le preguntaron al pensador Martin Buber cuáles eran las palabras de la Torah más trascendentes. El maestro les contestó que aquellas donde Dios se dirige al pueblo judío y les dice: “…marcha delante de mí y sé integro…”. Y ¿por qué? No será Dios quien determine la Historia sino el hombre, el pueblo. Ciertamente, somos nosotros –con nuestro conocimiento, nuestra reflexión y nuestra conducta-quienes hemos de forjar nuestro destino. Y el fundamento de todo ello debe ser la integridad. El trabajo de muchos hombres íntegros es lo que, de hecho, nos ha traído hasta aquí. El 21 de febrero de 1990, el entonces Secretario General de la Federaciones de Comunidades Israelitas de España, Samuel Toledano, firmó, con el Ministro de Justicia Enrique Múgica Herzog, el Acuerdo de Cooperación entre el Estado y la Federación de Comunidades Israelitas de España. Colmado de emoción por la trascendencia del momento, Samuel Toledano dijo: “…Nos sentimos muy cerca en espíritu de aquellos antepasados que decidieron en la más pura tradición judía, anteponer su identidad y su fe a la conveniencia y al interés propio, y emprender el duro camino del exilio. Éramos conscientes de nuestra responsabilidad hacia ellos y de lo que representaba el Convenio como reparación histórica de la cruel injusticia de que habían sido víctimas…” Más de dos años después, el día 28 de abril de 1992, el Gobierno de España suscribió el Acuerdo de Cooperación del Estado con la FCIE (hoy FCJE), que había de regir las relaciones de cooperación del Estado con las Comunidades judías establecidas en España. Dichas relaciones debían asimismo regularse por la Ley 7/1980 de 5 de julio, de Libertad Religiosa. Este Acuerdo que hoy meritamos, quedó finalmente recogido en la Ley 25/1992, de 10 de noviembre aprobada por las Cortes Generales. Han pasado 25 años desde entonces. Dijo el filósofo Kierkegaard que “la vida puede ser comprendida mirando hacia atrás pero ha de ser vivida mirando hacia adelante”. Con la retrospectiva suficiente, hoy podemos afirmar, en el Congreso de los Diputados, sede de la soberanía nacional de los españoles, que fue un acontecimiento extraordinario. Un hecho que ha quedado grabado en los libros de historia y que se enmarca dentro de los magnos esfuerzos e importantes iniciativas que España ha llevado a cabo, desde el advenimiento de la democracia, para reconciliarse con su Historia y con sus judíos. Este Acuerdo es, justamente, la traducción normativa de la normalización de la vida judía en España tras 500 años de ausencia, incertidumbre y ambigüedad y, por consiguiente, forma parte de lo mejor de nuestra memoria reciente como pueblo. Los avances, en tal sentido, han sido significativos durante estos 25 años. La buena salud de estos acuerdos se refleja en la labor de la sub-dirección del Ministerio de Justicia para las relaciones con las Confesiones, la Comisión Asesora de Libertad Religiosa, la Fundación Pluralismo y Convivencia, así como en las buenas relaciones que mantenemos todas las minorías religiosas en España. España vuelve a ser un hogar en donde la coexistencia pacífica entre credos es un hecho del cual sentirse orgullosos. Estos acuerdos, pues, han facilitado que católicos, musulmanes, evangélicos, otras confesiones minoritarias y judíos, interactuemos en un entorno de respeto y entendimiento; facilitan en definitiva una convivencia real de la que España puede presumir en la actualidad. Este Acuerdo, así como los firmados con las demás minorías religiosas, ha sido un desarrollo fundamental de los artículos 14 y 16 de la Constitución Española que reconocen y consagran la libertad de consciencia, la aconfesionalidad del estado, la igualdad entre las distintas religiones, el derecho a la diferencia y la libertad de culto. El Acuerdo con la FCJE legitimó, en concreto, al amparo de nuestro marco constitucional, la praxis del judaísmo, sus especificidades y su total compatibilidad con la vida democrática y la legislación garantista. Así, este Acuerdo reconoció nuestros requisitos para la alimentación, para el cumplimiento de nuestras festividades religiosas, para nuestra educación, para nuestra alimentación, para nuestro liderazgo espiritual y para nuestros enterramientos. Nuestra democracia es mejor gracias a estos acuerdos con las confesiones minoritarias. La convivencia, la solidaridad y el respeto al otro en nuestro país conforman actualmente un modelo para el mundo. Estos acuerdos, en definitiva, han hecho de España un lugar moralmente mejor. Los dos últimos siglos han proveído de ilustres personajes que lucharon incansablemente por lo que hoy celebramos aquí como una realidad consolidada. La valentía, la sensibilidad y el apoyo al retorno e integración de los judíos en España, han dejado una constelación de grandes nombres en la historia de nuestro país. Por ello rendimos hoy homenaje a la memoria de Emilio Castelar, Ángel Pulido, Alfonso XIII, Fernando de los Ríos, de todos los diplomáticos españoles que utilizaron todos los recursos posibles, amparados en un Real Decreto de 1924, para otorgar el pasaporte español a judíos perseguidos y amenazados de muerte y que les permitió salvar miles de vidas durante la Segunda Guerra Mundial. En el día de hoy recordamos también a todos los presidentes de la FCJE que lucharon incansablemente para que estos acuerdos se hicieran realidad. Carlos Benarroch y Samuel Toledano, que en paz descansen, Carlos Schorr y Jacob Israel . Nada de esto habría sido posible sin el trabajo abnegado de todos y cada uno de los dirigentes comunitarios en las diferentes localidades de la geografía española. Todos ellos han sido y son líderes que trabajan sin interés personal por el bienestar de sus semejantes. Al igual que todos los Ministros de Justicia, Secretarios de Estado, Directores Generales, Directores de la Direccion General de los Registros y del Notariado, directores y subdirectores de relaciones con las confesiones del Ministerio de Justicia. En virtud de este importante aniversario, elevamos su esfuerzo como ejemplo para la posteridad. El balance de estos acuerdos es indudablemente positivo, aunque