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Mentiras como puños, por Jorge Rozemblum

En hebreo la palabra “mentira” y “borrachera” suenan igual (sheker), aunque se escriben de forma diferente. Sea cual sea el idioma que hablemos, las falsedades repetidas hasta el hartazgo desarrollan en nosotros un estado de “alteración mental”, similar al mecanismo de adicción a las drogas, que acaba interpretándose como lo contrario. Son las popularmente conocidas como “verdades como puños”, los axiomas de fe del mundo contemporáneo. Algunos ejemplos: la ocupación israelí de Gaza (de la que se ha “desconectado” hace 8 años), el “genocidio” palestino (con cifras de muertes inferiores a las que producen los accidentes de tráfico), el “lobby” pro-israelí en EEUU (de hecho, mucho menos poderoso que el de las petroleras árabes) o la proverbial riqueza de los judíos (cuando el más rico sólo llega al 5ª lugar, después de un mexicano de origen árabe, dos cristianos estadounidenses y uno español).Cada semana los medios nos traen más de estas mentiras embriagadoras. Una de las últimas: el maltrato denunciado de una joven española en el aeropuerto de Barajas por parte del personal de la compañía aérea israelí El Al, que osó interrogarla y revisar a fondo su equipaje al descubrir las incongruencias y falsedades de su declaración ante los inspectores de seguridad del vuelo. No hay más que leer los comentarios de los lectores de su blog para cerciorarse que la realidad del antiisraelísmo/antisemitismo en España es mucho peor que los resultados de cualquier encuesta. Desde la patraña más medieval al bulo más moderno, las mentiras sobre los judíos y su reencarnación israelí siguen vivas y con más “puños” que nunca. Pese a que nosotros mismos queramos convencernos de lo contrario a base de repetirnos un “mantra” (¡qué parecida la escritura de esta palabra a mentira, en español!) tranquilizador.La “puñetera” (disculpen lo malsonante de esta expresión) fijación de la mentira es tal, que incluso los desmentidos, las demostraciones fehacientes, las pruebas irrefutables se convierten -por arte de la adicción a los dogmas ideológicos- en certezas de conspiraciones ocultas. Por ejemplo, si se demuestra -como recientemente- que la televisión francesa hizo un perverso montaje del asesinato de un niño palestino al inicio de la Segunda Intifada (que se convirtió en icono justificativo de cualquier acción violenta contra los israelíes), y vemos con nuestros propios ojos cómo el niño asesinado se levanta sonriente al final de la secuencia (una parte que obviamente no se emitió en ninguna cadena) la “verdad como puño” se convierte en puñetazo de indignación ante la “evidente” manipulación de las imágenes por parte de los servicios secretos israelíes. Muchos critican que Israel ha perdido la “guerra mediática” y lo achacan a su desidia y desinterés por justificarse ante el mundo. No es arrogancia sino más bien impotencia de combatir las mentiras arraigadas sin usar las mismas armas. Cuentan que un famoso rabino, el Maharal de Praga, desesperado por los continuos ataques a la comunidad judía de la ciudad en el siglo XVI, usó sus conocimientos místicos para dar vida a un ser de barro que los defendiera y al que consiguió insuflar vida escribiendo en su frente la palabra “emet”, verdad. Esa es y ha sido siempre nuestra única arma, nuestro “puño”. La historia del Gólem, que así se llamaba el engendro, termina cuando el rabino destruye su creación ante la promesa de parar la violencia contra las judíos. Como tantas veces, también esa fue una mentira. Jorge Rozemblum es director de Radio Sefarad.Pulse aquí para acceder a la programación semanal completa y a los enlaces de Radio Sefarad 

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Terrorismo artesanal, por Jorge Rozemblum

Durante años, Israel ha sufrido, por una parte, el ataque de misiles lanzados desde la Franja de Gaza y, por otra, las críticas de la prensa y el espectro político español por la “desproporción” de sus respuestas ante unas armas calificadas de “artesanales”. Efectivamente, a los cohetes Kassam no los fabrica ninguna empresa europea o americana, sino los propios ingenieros de Hamás (muchos de ellos formados en universidades financiadas por Israel) con materiales en principio no destinados a ese fin, como tuberías metálicas de agua y desagües. Esas piezas son a las que Israel impone su bloqueo (por supuesto, no a las mismas realizadas con materiales plásticos que cumplen la misma función, pero no sirven como lanzaderas). Obviamente, esta fabricación no industrializada se paga con una terrible falta de precisión. Eso es lo de menos: su objetivo no es alcanzar el objetivo, sino causar terror. Esta semana el corazón de la Europa más civilizada está viviendo momentos igual de angustiosos ante este terrorismo “artesanal”. En Londres un par de islamistas recién conversos ni siquiera se ha tomado la molestia de esconderse o procurarse armas sofisticadas. Les bastó con salir a la calle con unos cuchillos de cocina y degollar a un soldado que pasaba para que el Primer Ministro Cameron tenga que abandonar su agenda internacional y reunir a su gabinete de emergencia. Poco más al norte, el paraíso escandinavo se derrite ante el atropello de aquellos a los que han dado refugio: los judíos emigran en masa de Noruega por la desprotección de las autoridades ante el terror antisemita, en Suecia se suceden los disturbios callejeros de los emigrantes descontentos por los recortes y por no ser los dueños del país, mientras en Dinamarca no entienden qué les está pasando con lo permisivos que han sido siempre con los islamistas. En Israel esta situación se dio hace años, se llamó Intifada y el mundo acusó de la revuelta a quien recibía las piedras en lugar de a quien las arrojaba, aduciendo nuevamente el principio de desproporción según el cual quien esté mejor preparado para defenderse debería dejarse asesinar. Afortunadamente, nuestro viejo y sabio Maimónides ya hace tiempo que nos convenció de no hacerlo, como lo sufrieron los judíos europeos en tiempos de las Cruzadas. Convendría que Europa (¿y EE.UU.?) también tomara nota de lo que está pasando y eligiera (como tuvo que hacer Israel) entre una mala imagen en prensa y el suicidio colectivo. Lo que está claro es que el terrorismo “artesanal”, el que se fabrica en un piso cualquiera siguiendo las instrucciones de Internet como los asesinos de Boston o comprando un hacha en la ferretería de la esquina, resulta tanto o más poderoso que todas las armas sofisticadas de los gobiernos. Alguien lo dijo ya: el objetivo del terror no es otro que el terror mismo. Si quien debe tomar la decisión de usar todos los mecanismos defensivos a su alcance piensa más en las próximas elecciones que en la seguridad de quienes debe proteger, o si titubea a la hora de aplicar las leyes dispuestas para tiempos excepcionales como los que vivimos y que amenazan la existencia física o la esencia misma de una comunidad o nación, estamos perdidos. Y debe hacerlo aunque le acusen injustamente de “desproporción”, “apartheid” o lo sometan a BSD (Boicot, Sanciones y Desinversión) y algunos intelectuales y gente “glamourosa” los abuchee. Siempre será mejor que perder la vida y la propia identidad. Jorge Rozemblum es director de Radio Sefarad, que facilita aquí la programación semanal completa

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Europa ¿ciega?, por Abraham Barchilón

En el viejo continente nos hemos acostumbrado de revestir cualquier actividad del concepto “Europa“ como aquello que controla todo, que rige algo parecido a lo que representaba  la majestuosidad del imperio de  Carlos I de España y V de Alemania, lo que, seguramente, fue un “aviso a navegantes” de que la hegemonía de  Alemania se impondría. Y ha llegado hasta el extremo de que, hasta en fútbol, dos equipos alemanes eliminaron a sus pares de nuestra nación. Pero, salvando esa anécdota, que sólo se refiere a los efectos de no caer en la depresión que nos llevará, sin duda, a lo que es el fondo de la temática que se trata. Partiendo de un país dividido, con dos concepciones políticas muy diferenciadas, observamos como dirigentes o colaboradores del régimen antidemocrático, de ideología comunista, feroz, irónicamente llamada antaño República Democrática Alemana, tras la reunificación, se convierten en los paladines, defensores de la Europa democrática, del libre mercado y capitalista, que se encuadra en la denominada “Comunidad Europea”. Debe ser precisamente esa falta de vida en una economía libre lo que ha llevado a esos dirigentes alemanes y europeos a perfeccionar sus Oídos y sólo escuchar el ruido del dinero. Ante cualquier motivo o posible motivo, rápidamente se convocan reuniones a todos los niveles (Jefes de Gobiernos, Ministros de Economía, de Asuntos Exteriores, Directores de Bancos Nacionales.), se montan videoconferencias, etc. Lo  que nunca sabremos es si su coste “económico” es mayor al rédito de las conclusiones del encuentro. Pero, si bien nos muestran toda esa agilidad auditiva, predisposición a reunirse, a trasladarse los de todos los países al del receptor al oír el ruido del dinero, nos demuestran que no son sordos, si percibimos que  no desarrollan el sentido de la vista. La facultad de la percepción parece que la tienen atrofiada y de allí mi preguntan ¿será ciega la UE?, pues no parecen ver lo que surge a nuestro alrededor, no quieren percatarse de la realidad que envuelve a muchos países y que, desgraciadamente, la historia nos ha enseñado que fue el embrión de la época mas negra, triste que Europa y el mundo ha vivido, es decir, el nazismo. En países en los que “Europa“ tiene el poder de decidir en lo económico, a los que se les proporciona financiación para que, entre otras cosas, paguen a sus parlamentarios, esta Europa no se pronuncia, se hace la ciega ante el incremento y el resurgir de partidos de corte neonazi, que amparados en la crisis económica mundial, encuentran su caldo de cultivo para conseguir una considerable representación en sus parlamentos nacionales. Hace algunas fechas, en una rueda de prensa de Jose Manuel Durao Barroso y Olli Rehn, una periodista preguntaba al presidente de la Comisión Europea si en Europa están permitidos los partidos neonazis. Barroso respondió que cada Estado miembro tiene una legislación, aunque la Comisión no dudará en utilizar todos los mecanismos a su alcance para evitarlo. Pese al tiempo transcurrido desde esas declaraciones, lamentablemente, hemos constatado que  ni la Comisión, ni ningún órgano comunitario, ha hecho algo para atajar, prohibir, ilegalizar, la proliferación de esos partidos racistas, neonazis, como puede ser el húngaro “Jobbik”, que se ha convertido en el tercer partido de su parlamento nacional o el griego “Amacener Dorado”, que tiene una representación parlamentaria de 18 miembros, o el  Partido Nacional Democrático de Alemania. Ello por citar a los  que, lamentablemente, han tenido mas repercusión mediática en estas fechas, sin olvidar a los que vienen operando en otros países tales como Austria, Francia o de asocionnes como la húngara, que bajo la denominación de “Moteros derechistas,” durante la celebración del Congreso Mundial Judío en Budapest, lanzó una malvada y criminal campaña denominada “dar gas”. Por todo ello, hago mío y lanzo a la opinión pública, que tan poco eco se ha hecho de ellos, la declaración del vicepresidente de las Comunidades Judías Australianas, Sr. Robert M. Goot, que textualmente dice:” Hacemos un llamamiento a los parlamentos y a los gobiernos a considerar seriamente y de manera urgente la prohibición de los partidos u organizaciones neo-nazis, cuyo objetivo es derrocar el orden democrático o que suponen una amenaza para la seguridad y el bienestar de las etnias, religiones u otras minorías«. Abraham Barchilón es abogado. Este artículo ha sido publicado en El Faro Digital el viernes 24 de mayo

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Avance de entrevista a Verónica Nehama en el pograma Shalom «La educación en la sociedad civil»

A continuación reproducimos la entrevista a Verónica Nehama de Linder, que fuera directora durante 26 años del Centro de Estudios Ibn Gabirol-Colegio Estrella Toledano de Madrid y que ha publicado en 2011 «Las turquesas mágicas» en Hebraica Ediciones. “Creced, multiplicaos y educad a vuestros hijos”, fue probablemente el mandato divino que fomentó en el deseo de proporcionar a nuestros descendientes una vida mejor que la propia.La patética fragilidad del bebé humano, cuya supervivencia está íntimamente ligada al cuidado de sus progenitores durante un largo período de tiempo, es en cierto modo la razón fundacional de nuestra estructura social, tan diferente a la de los mamíferos. La implantación de un tejido social nucleado en la pareja y la familia, tiene como objetivo la viabilidad del desvalido retoño, y el cumplimiento del instinto de perpetuación de la especie. Sin embargo, gracias a la imaginación y la tecnología, el hombre ha conseguido burlar reiteradamente la vigilancia de los instintos, logrando  por ejemplo, hacer de la gratificación sexual un objetivo per se, desvinculado de la procreación. Hoy, entre los grandes cambios sociales podemos destacar: la existencia de nuevos tipos de células familiares, como la monoparental o la homosexual,  la elección del número de hijos independientemente de nuestra capacidad genitora,  y la incorporación de la mujer al mundo laboral, que obliga a confiar su cuidado a extraños. Esta nueva organización, nos obliga a plantearnos si hemos conseguido producir individuos más felices y mejor adaptados al entorno.  Nacemos de manera aleatoria en el seno de una familia inmersa en un contexto socio-cultural y económico que determinará nuestra existencia. Venimos marcados por un genoma que condicionará nuestro fenoma, pero el entorno y la educación modifican sustancialmente ese determinismo biológico, y constituyen el área donde podemos y debemos incidir para paliar deficiencias o potenciar cualidades. Según el Pirké Avot, uno de los libros de la Mishná, “No estamos todos destinados a alcanzar la perfección, pero debemos sacar el máximo partido a los dones otorgados”. Padres y profesores se enfrentan pues a una misión ineludible y sagrada: ayudar a niños y adolescentes a transformarse en adultos responsables, capaces de integrarse con éxito en un mundo en constante evolución. Pero nuestra labor no puede circunscribirse a dotarlos de conocimientos y destrezas, hemos de formarlos en valores, y convertirlos en transmisores de los saberes y principios éticos, que diferencian a las personas del resto de sus congéneres animales. Como dijo Rabelais “Ciencia sin conciencia, solo es ruina del alma”.¿Cuándo el sistema educativo falla, como proveer las enseñanzas necesarias para alcanzar un desarrollo integral?Si aceptamos nuestro fracaso, podemos comenzar una reflexión constructiva. Deberíamos conocernos a nosotros mismos antes de transformar el mundo, y fijar la meta antes de establecer la estrategia. Nuestros recursos intelectuales son limitados y debemos gestionarlos correctamente si queremos sacarles el mejor rédito.Las conquistas, en todos los ámbitos, han permitido erradicar enfermedades, instaurar democracias, explorar el microcosmos y el espacio sideral, pero hemos olvidado el equilibrio, que garantiza nuestra pervivencia en el planeta. La omnipresente economía es el nuevo motor del mundo, y somos capaces de  destruir alimentos para mantener su cotización, en vez de llevarlos a regiones desfavorecidas. El dinero prima sobre la vida, y los ideales se han convertido en un compendio de consideraciones materialistas. Pero resulta estéril lamentarse evocando un pasado que nunca fue idílico, como reza un falso aforismo.  Es una falacia teñida de nostalgia, que cada generación repite como un mantra,  y que no debe anclarnos en épocas remotas. Somos una generación privilegiada, porque conocemos los problemas y tenemos medios para solucionarlos.Una vez satisfechas las necesidades fisiológicas primarias, se puede filosofar cultivar el espíritu. Una introspección inteligente nos permitirá evaluar capacidades y recursos, y ayudarnos a controlar las pulsiones, enraizándolas en la moral y la ética. Por desgracia, valores universales como convivencia, empatía, fe, respeto y tolerancia, indispensables para construir nuestra identidad, se diluyen en caldos de cultivo que favorecen la primacía del estar y el aparentar por encima del ser y el tener. Las posesiones materiales nos otorgan una falsa sensación de poder, pero la verdadera medida física del hombre es su tumba, mientras su dimensión espiritual puede ser infinita.Los primeros formadores del niño son los padres, que le ofrecen un hábitat seguro donde desarrolla un aprendizaje por absorción imitativa. Su responsabilidad es  determinante, pues la familia es la primera célula de socialización y sus carencias pueden dejar irreparables secuelas. La crianza posee dos objetivos fundamentales: A nivel interior, debe generar seguridad, y a nivel social ha de preparar al niño para conquistar independencia y autonomía. Es evidente que el “monito desnudo” necesita raíces pero sueña con alas. Es inútil e incluso perjudicial rodearlo de comodidades si falta el amor, único ingrediente capaz de amalgamar todas las vivencias y convertirlo en un ser capaz de asumirse a sí mismo y ser útil a los demás. Quien es maltratado se convertirá más fácilmente en maltratador, pero crecer rodeado de cariño, permitirá vivir en armonía con el entorno.Hemos construido una sociedad incapaz de cuidar a los dependientes. Ambos progenitores trabajan y los abuelos ya no forman parte de la célula familiar básica. Los niños se integran a edades muy tempranas en instituciones escolares cuyas normas y contenidos no son siempre concordantes con las del hogar. Antes de afianzar su personalidad, se hallan dicotomizados entre imposiciones familiares y sociales, y sería conveniente elegir colegios afines a la ideología familiar. Si las madres trabajan, deben priorizar la crianza mediante la conciliación laboral y la implicación de la pareja. Ninguna empresa merece el sacrificio de la maternidad, que llega a vivirse con angustia en vez de alegría. Ha llegado el momento de exigir una eficaz ayuda estatal, pues la natalidad es la única garantía de mantener no solo el relevo generacional, si no la propia cultura. En España, 51% de las mujeres trabajadoras no tienen hijos, y nuestra civilización judeo-cristiana está abocada a desaparecer en beneficio de otras más prolíficas. ¿Cuál debería ser entonces el cambio de enfoque de la enseñanza?  Como corolario al fracaso de las políticas familiares, se

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El espejo invertido, por Jorge Rozemblum

Cuando yo era adolescente y militaba en un movimiento sionista jalutziano (es decir, que abogaba por la vida en las comunas agrarias de los kibutzím), me ofendía oír a quienes se definían como sionistas sin vivir ellos mismos en Israel. Sólo los que hacían aliá (literalmente, ascensión, metáfora de la inmigración a tierras de Sión) eran “dignos” de tal nombre. Poco después, descubría en el sumario destacado de una publicación progresista la siguiente frase: “Los judíos han pasado de víctimas a victimarios”. Años más tarde, ya en Israel, me asombró leer que la Unesco, el organismo más cultural del mundo por definición de su propio estatuto y misión, calificaba al sionismo como una forma de racismo. Por cierto, entonces esa magna institución estaba dirigida por el insigne español Federico Mayor Zaragoza que se prodiga por ahí como amigo de los judíos. Fue el principio de un largo camino de criminalización. Casi sin notarlo, como si de un cambio climático gradual e inexorable se tratase, Israel pasaba de ser el milagro que reverdecía los desiertos y la tierra de esperanza para un pueblo castigado con el peor de los horrores, a ser retratado en un espejo invertido. De ningún país en situación de conflicto militar (ni Vietnam, Panamá, Líbano, Afganistán, Irak, Sudán, Sierra Leona, Ruanda, Chechenia, Kuwait, Congo, etc.) se han hecho y se siguen haciendo metáforas y analogías con el nazismo. Sólo del país de los judíos. Gota a gota hemos ido tragando la droga mediática de la desinformación hasta llegar al absurdo punto contemporáneo en que cualquier persona de este mundo que no esté a favor de la desaparición de Israel como estado judío es un sionista, como le espetó (a modo de descalificación personal) una contertulia a Pilar Rahola en un programa de prime time en televisión. Y al envenenamiento masivo hay que sumar el robo descarado de nuestra historia para uso de quienes quieren acabar con ella (y, por ende, con nosotros). Por ejemplo, que Jesús era palestino. Si antes conté anécdotas de mi lejana adolescencia, déjenme que añada alguna de la de mi hija, en cuya clase y libros de Religión llaman Palestina a la tierra de Jesús. ¿Ignoran todos los profesores y autores de libros de esa asignatura que el nombre de Palestina lo inventa el emperador romano Adriano más de un siglo después de la muerte de Jesús? Lamento confirmaros lo que ya sabéis: que las patrañas no sólo nos rodean desde la extrema izquierda. Y si no me creéis, leed el Boletín Oficial del Estado del 1 de abril de 2013, en el que el gobierno del Partido Popular (de centro-derecha) publica su decisión de abrir un Consulado Honorario en Gaza. Ustedes se preguntarán a cuántos ciudadanos españoles atenderán: a unos 30, la gran mayoría colaboradores en Organizaciones No Gubernamentales (pero si subsidiadas con los impuestos de los españoles) anti-israelíes. No pro-palestinas (yo también lo soy), sino anti-israelíes, anti-sionistas, en contra de que Israel sea un Estado judío, como defendió por primera vez en la historia de la diplomacia española en las Naciones Unidas la anterior canciller socialista Trinidad Jiménez (¡qué pena que lo hiciera a finales de septiembre de 2011, cuando su partido sabía que tenía perdida la reelección en los comicios que tuvieron lugar justo un mes después!). Dos meses más tarde, cuando se celebraban los 25 años de relaciones diplomáticas entre España e Israel, el recién estrenado ministro de relaciones exteriores García-Margallo se deshacía en halagos al estado hebreo y se comprometía a un apoyo casi incondicional. Pasaron diez meses y convocó a los medios para anunciar a bombo y platillo la aceleración de los trámites de nacionalidad a los sefardíes (sin novedades desde entonces) justo justo una semana antes de votar en las Naciones Unidas en contra de la petición expresa de Israel y a favor de la admisión de Palestina como estado observador no miembro. Y ahora, en plena supercrisis, nos sorprende con la apertura de un consulado que es todo un espaldarazo para Hamás (grupo calificado terrorista por la Unión Europea) y una bofetada en la cara de los dirigentes de la Autoridad Palestina en Ramala (a los que supuestamente España considera únicos interlocutores válidos para una solución dialogada del conflicto). Parafraseando un conocido adagio de la época de la Transición española a la democracia, “contra Moratinos estábamos mejor”. Shabat shalom Jorge Rozemblum Director de Radio Sefarad Descargue el boletín con los enlaces a la programación de esta semana de Radio Sefarad 

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Nazismo es nazismo, por Abraham Barchilón

Estamos asistiendo estos días a unos hechos lamentables en toda sociedad democrática como son los acosos, intimidaciones e insultos a los políticos, de un partido en concreto, alterando la tranquilidad de sus familiares y convecinos. Y ello con el beneplácito de otros o contribuyendo indirectamente a los mismos bajo el paraguas de la indefinición, o el intento de justificarlos en base a otros males o distorsiones  que  vive la  sociedad española en particular y la occidental en general. Pero tras el preámbulo, quisiera denunciar públicamente el uso y “manoseo” que se está haciendo, por parte de diversos políticos del PP, del término “nazismo” para definir los   mal denominados escraches cuando, en terminología española, serían actos de “Kale borroka“, es decir,  señalar al que no comparte su forma de pensar o actuar. Es curiosa la terminología adoptada – escraches- para definir estas actuaciones, y quizás si preguntáramos ¿Qué significan? ¿Dónde y para qué se usaron?, no sabrían decirnos que fue la reacción / protesta de la sociedad argentina ante la impunidad declarada de los asesinos de un régimen pero no la reacción / protesta para coaccionar e intimidar a personas elegidas democráticamente. Aunque la mayoría entendamos su desesperación, ésta debe ser expuesta por otros cauces.           Para definir ese fenómeno urbano ¿político?,  ¿social?, se viene, por los afectados y sus conmilitones, a  adjetivarlos con el término “nazismo“, ese  movimiento execrable, lamentable, del que primero fuimos víctimas los judíos, después los gitanos y posteriormente los que, en definitiva, eran o decían que eran diferentes a los asesinos  y malvados, que no dementes, que se creían superiores. El Nazismo provocó una  guerra mundial, un genocidio y cincuenta millones de muertos. Sus víctimas merecen un respeto, que no se cambie el significado de lo que provocó aquella catástrofe humana, por lamentables que sean las nuevas y deplorables formas de las conductas antisociales y antidemocráticas que está viviendo la sociedad española. Los  términos significan lo que han sido en la historia. Ni las opciones políticas de derechas deben emplear el término “nazismo” para defenderse, ni la izquierda debe ir acusando de “fascista” a los que no comulgan con sus opiniones, pues ambas terminologías tienen, desgraciadamente, la trascendencia histórica que tienen. Aquellos criminales hechos del nazismo, que provocaron el holocausto, pasaron a la historia bajo el lema “Perdonar pero no olvidar” y ese recuerdo permanente es lo que nos debe llevar a no desvirtuar los términos, pues las nuevas generaciones y la débil memoria histórica de la sociedad española, podrían conducir a equiparar palabras que no son sinónimos y para los que nuestra rica lengua española tiene vocablos suficientes como para definirlos correctamente. El emplear esa criminal ideología como vocablo para criticar comportamientos actuales, en estos tiempos donde, lamentablemente, comprobamos como en algunos países –Austria, Grecia, Italia…- proliferan movimientos próximos al nazismo, debería llevar a la clase política a cuidar sus denominaciones y pronunciamientos. Abraham Barchilón es abogado y ha sido miembro de sucesivas juntas directivas de la Comunidad Judía de les Illes Balears

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Lamentable Sr. Herrera, por Abraham Barchilón

Me dirigía el pasado miércoles a las 08.00 horas, afortunadamente, a desempeñar esa noble función que es trabajar y, como cada día, en  mi vehículo veía un nuevo amanecer con la esperanza de que la sociedad española no fuera golpeada nuevamente por aquellos dime y diretes de unos y otros. Tenía en mi pensamiento que, quizás, este día hubiera un aire de renovación como consecuencia del debate del estado de la Nación, programado en nuestro Parlamento. Lejos de esa cantinela que cada día nos hace escuchar el conocido locutor sobre si la sociedad duerme,  o que se acaba el tiempo para entrar  en actividad, o su empeño en pronunciar palabras deformadas, al igual que las que escriben nuestros jóvenes en los mensajes y en las redes sociales,  el Sr. Herrera me sorprendió con algo indigno de él. Al comentar el locutor ese gran acontecimiento político, como es el debate del estado de la nación, y cuya parte más importante es la referida a la proyección de futuro, en un minuto escaso, se convierte el citado periodista en el  representante de la España más antigua, carca, antisemita y antijudía que yo, como español y judío, creía ya trasnochada. Lo lamentable de todo ello no es sólo la exposición de esos sentimientos sino que su posición  como comunicador, a la vez que realza sus opiniones, hace más inconcebible que en un medio de comunicación se hagan esas manifestaciones. En ese escaso minuto, por dos veces, el Sr. Carlos Herrera, refiriéndose a la intervención que tendría en el debate el jefe de la oposición Sr. Rubalcaba, lo hacía diciendo que “hebraría” al Presidente del Gobierno. Expresión que no puede ser más deplorable en pleno siglo XXI,  utilizada en la época triste y gris de la inquisición española,  de uso vulgar, que no figura ya en el Diccionario, aunque sí otras similares, análogas y también ofensivas o vejatorias – como judiada, por ejemplo – que la Real Academia Española, por cierto, se negó a eliminar, a pesar de la petición de someterlo a la consideración de la Asamblea General de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Por todo ello, considero que el lenguaje debe ser cuidado en extremo, en beneficio de la sociedad. Relacionar religiones con prácticas nada edificantes, es retroceder en la historia, cuestión por la que no hemos apostado los españoles y que merece un mayor respeto, principalmente  de los que utilizan los medios de comunicación… Abraham Barchilón es abogado.

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El 27 de enero y la responsabilidad de aumentar la educación, por Abraham Barchilón

Como cada año, desde 2006, el 27 de enero se conmemora el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto y es el momento de que, en el devenir diario, hagamos una parada y analicemos qué es lo que se conmemora y porqué, así como los medios que estamos utilizando para que ataques tan atroces no vuelvan a repetirse. Por ello, habría que recordar las frases pronunciadas el 14 de diciembre de 2006 por el Secretario General de las Naciones Unidas, Sr. Ban Ki-Moon, que decía “ Negar hechos históricos, especialmente en relación con un tema tan importante como el Holocausto, es simplemente inaceptable. Igualmente inaceptable es que se pida eliminar cualquier estado o pueblo. Me gustaría que todos los miembros de la comunidad internacional respetaran este principio fundamental, tanto en la teoría como en la práctica” La aprobación por la ONU de tal conmemoración fue seguida por diversos  Parlamentos nacionales, autonómicos, regionales o municipales, en la mayor parte del mundo, a excepción de los países que componen el bloque árabe. Pero no ha sido hasta este año 2013 cuando dicha conmemoración ha sido adoptada como parte de las ceremonias oficiales de las Instituciones Europeas, según ha informado el Presidente del Parlamento Europeo, justo cuando hemos conocido que el pasado día 12 del actual ha fallecido el sobreviviente más joven – León Leyson-, de los 1.100 judíos salvados de los nazis por Oskar Schindler. La carta fundacional de las Naciones Unidas establece como mandato fundamental de la organización el respeto a los derechos humanos, sin distinción por motivos de raza, sexo, religión e idioma. Cabe recordar un dicho del escritor israelí Aharon Appelfed: “Un crimen tan colosal sólo puede ser cometido cuando son movilizados los más oscuros sentimientos” La conmemoración del Holocausto y su difusión son de especial significado, no sólo para la comunidad judía sino para toda Europa y el mundo. Y más en estos momentos en que estamos siendo testigos de un aumento de la popularidad de los grupos que fomentan  odio en toda Europa, como consecuencia principalmente de la crisis financiera. La proliferación de partidos de corte neonazi,(Grecia, Austria, países de Sud-América, al amparo de regímenes populistas) o la divulgación y puesta en escena de grupos musicales difusores de la misma ideología en sus canciones y vestimentas (Valencia),  sin menospreciar lamentablemente los grupúsculos que vienen surgiendo en diferentes países, nos conduce  a que nada puede ser relegado al pasado y ser olvidado. Nuestro trabajo debe ser el de recordar a los hombres, mujeres y niños que fueron asesinados y masacrados, por haber sido diferentes. A colación podríamos recordar las palabras pronunciadas por el que fuera Secretario General de la ONU, Kofi Annan, al inaugurar el Museo del Holocausto –Yad Vashem–: “la repulsa al genocidio, al asesinato  sistemático de seis millones de judíos y millones de otras personas fue también uno de los factores que promovieron la Declaración Universal de los Derechos humanos. Las Naciones Unidas tienen la responsabilidad sagrada de combatir el odio y la intolerancia. Si las Naciones Unidas no están a la vanguardia de la lucha contra el antisemismitismo y otras formas de racismo, niegan su historia y socavan su futuro”. La justificación de la elección de tal día –27 enero– viene dada por ser la correspondiente al año 1945, cuando el ejército soviético llegó al mayor campo de exterminio nazi, Auschwitz-Birkenau. Recordemos también a todos aquellos que sufrieron en los campos de concentración por haber luchado contra el nazismo y muy en particular a nuestros conciudadanos españoles. Honremos igualmente a los “justos” que salvaron vidas de los perseguidos por el fanatismo nazi, aquellos que representaron el humanismo frente a la deshumanización. Y al honrarlos tendremos en nuestra mente a varios diplomáticos españoles que ejercieron su labor con fraternidad en esos tiempos de oscuridad. Reflexionemos sobre la máxima del pensador judío Enmanuel Lévinas: “Todo hombre es responsable el uno por el otro“, así como las palabras del General Ike Eisenhower, cuando halló a las víctimas y al ordenar que tomaran todas las fotos posibles, lo hizo con estas palabras: “grabadlo todo ahora, filmad, recoged testimonios, porque en algún sitio, al seguir la pista a la historia, algún “bastardo” saldrá diciendo que esto nunca ocurrió”. Y enviemos un mensaje de esperanza para el futuro. Si el mal absoluto no triunfó, puede que nunca lo haga. Abraham Barchilón es abogado. El artículo ha sido publicado el 24 de enero en El Faro Digital de Ceuta.

opinión, sección de Abraham Barchilon

Sigamos con las Reformas: cambiemos el 24 por el 31, por Abraham Barchilón

    En estas fechas siempre me viene al pensamiento la misma idea  cuando me dispongo a escuchar a Su Majestad el Rey Juan Carlos I en su, prácticamente, único discurso al “pueblo”. Catalogado por la Casa Real como “reflexión”, yo lo calificaría de análisis que hace de una anualidad. No cabe duda que la emisión del mismo es esperada por la gran mayoría de la ciudadanía y prueba de ello es el grado de audiencia que tiene el mismo, que supera de forma contundente a los discursos de cualquier otro estamento.     Como ya habrán intuido, me estoy refiriendo al mensaje anual denominado de “Navidad” de SM el Rey quien, cada año, el día 24 de diciembre, no sólo comparte nuestros hogares sino que, como buenos anfitriones, lo esperamos haciendo un “alto” en esta ajetreada víspera de Navidad.     Con el debido respeto a la institución –La Corona- y a su portavoz – S.M D. Juan Carlos I -, para dar consistencia a la reivindicación que viene a ser esta opinión, voy a utilizar sus propios argumentos: “Promover  valores como el respeto mutuo y la lealtad recíproca”, “Desde el respeto a la diversidad, integrar lo común para sumar fuerzas, no para dividirlas», ”El reconocimiento de nuestra pluralidad y el amparo de las diferentes lenguas, culturas e instituciones de España».     Pues todos esos buenos propósitos, pero referidos a los artículos 14 “sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento ,raza, religión….” y  16.3 “ Ninguna confesión tendrá carácter estatal, Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española ……….”, y dentro del ambicioso proceso reformador, en todos sus ámbitos, que se está  acometiendo en  la sociedad española, considero que podría haber llegado el momento de que la “ Reflexión”, “discurso” o “análisis” que Su Majestad pronuncia anualmente, y al que venimos refiriéndonos, podría ser trasladado al 31 de diciembre.     Si a los citados preceptos Constitucionales le adicionamos el sentir personal, en cuanto a la lealtad a SM, tal y como también ha expresado: la Navidad «simboliza el triunfo de la generosidad sobre el egoísmo», debería su fe ser el complemento necesario para, personalmente, capitanear también este cambio, que vendría, en resumen, a poner en vigor ese precepto ya citado de “tener en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española”.     No debe verse en esta opinión ningún atisbo de ignorar la confesión mayoritaria, sino la de conjugar el ideario que une a las grandes religiones “de respeto en la diversidad” y a la Corona con su pueblo.     No quisiera terminar sin expresar otra firme convicción mía: la de desear a los que profesan la religión católica mis más cordiales felicitaciones en estas Fiestas de Navidad y que, a todos unidos en la diversidad,  el año próximo nos depare, salud, paz, felicidad y prosperidad. Abraham Barchilón es abogado

opinión, sección de Abraham Barchilon

Después del clásico, se jugó el derbi, por Abraham Barchilón

Dicen los entendidos en el llamado deporte rey, aquel que se juega dando “disparos” de balones, con los pies, pero que para jugarlo bien se debe emplear la cabeza y no la “fuerza bruta“de la ofensiva, es decir, lo que técnicamente llamamos fútbol, que en cada temporada existen dos eventos que llenan la información  y los comentarios: uno de ellos es el  denominado “clásico”, aquel en que dos “rivales” se enfrentan y el llamado “derbi”, aquel en que dos, además de eternos rivales comparten un mismo lugar de ubicación. La historia constatada nos viene a decir que cuando el “clásico” tiene lugar primero, mayor divulgación  le corresponde  y pasa a un según plano, y por lo tanto a un menor análisis, el “derbi”. Pues bien, si toda esa lógica, que cualquier aficionado al citado deporte suscribiría, la trasvasamos a la política en Oriente Medio, seguro que tras un análisis riguroso, meditado y serio, también deberían compartir los analistas políticos. Para dejar los eufemismos, detallaré quienes son los “contrincantes” en la historia que vengo a comentar: de una parte,  los “enfrentados” en el  “clásico“, el “choque” que primero se “disputó”, es decir, Gaza  e Israel, y después  los del “derbi” ANP  y Gaza. Mientras se disputaba el “clásico”, los comentaristas hacían toda clase de crónicas,  algunos “hooligans” de los Gazaríes incluso propiciaban interferencias en la difusión de las crónicas de los partidarios de los Israelíes. Impedían, en definitiva, la libertad de expresión.En medio  de la “disputa”,  ese hombre casi siempre vestido de negro llamado árbitro -y en este caso en concreto sería Mohamed Morsi , Presidente de Egipto- ayudado en la banda por el cuarto árbitro, aquel que no decide pero siempre opina, aquí el Presidente del EEUU, para  ayudar a que el citado Morsi ” mantuviera  su categoría” ,aun a sabiendas de sus actitudes en los partidos que dirige en su propia casa, sacando siempre “tarjeta roja” a la democracia – imposición de la ley Sharia, imposibilidad del poder judicial de enjuiciar sus decisiones-, y  que por ello descendería de categoría,  deciden suspender el partido- tregua -.El siguiente partido, es decir, el “derbi”, por ser del mismo lugar  sus “contendientes”, es aun de más envergadura. Y aquí tenemos que los equipos que lo disputan son la ANP y  GAZA, en el que el fin es ganar la hegemonía en el lugar, es decir, que la ANP, con su entrenador al frente  Abbas, venza a su rival , es decir,  GAZA v/ Hamas, que quiere compartir la clasificación, alineando como entrenador a Haniyeh . Aquí el marcador fue favorable de la ANP, pero sería conveniente hacer un análisis de a quien perjudica esa victoria si al “contrincante del clásico“, Israel, o al “rival del derbi “, Gaza v/ Hamas. Un análisis detenido de las repercusiones que debe tener la admisión como Estado Observador en la ONU de la ANP, por coherencia, debería llevar a todos los países, incluidos los árabes que votaron a favor del reconocimiento de tal “liderato” de la ANP, a retirar el apoyo político, logístico, económico, militar etc., a la zona secesionaria de Gaza, dejando de denominar al jefe del grupo terrorista de Hamas -. Ismail Haniyeh – Primer Ministro, hacer visitas de Estado o permitirles tener representaciones en sus países. Si esa lectura se diera, los terroristas dejarían de atacar, la disputada del clásico, tal y como hoy  se entiende, podría  dejar de existir y lo que surgiría seria una “noble competición” en la que dos países jugarían, mediante sus selecciones, convirtiendo los    “disparos” de balones, como digo al principio, en  jugadas maestras que realzarían a  ambos.

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