actualidad

actualidad, opinión

La Marcha del Orgullo Judío, por Jorge Rozemblum

Hace pocas semanas se celebró en Tel-Aviv, Israel, una nueva Marcha del Orgullo Gay, que convocó en esta ocasión a casi 180 mil personas. La popularidad y veteranía de esta fiesta contradice la imagen falsa y estereotipada del estado judío como una teocracia. Si bien hay sectores minoritarios ultra-ortodoxos (como en las otras religiones) que no admiten excepciones a las parejas heterosexuales, Israel en su enorme mayoría es un oasis de libertad, también de opciones sexuales, en su entorno. Y es bueno que quien disfruta de ese respeto demuestre su orgullo de ser quien es en público. Hay muchos padres y madres que, al conocer de sus hijos estas inclinaciones, sufren no ya por no admitir su opción, sino pensando en el desprecio de su condición en la mirada del otro. En el caso de las parejas judías, la diferencia ni siquiera es una opción como la sexualidad, ya que sea cual sea nuestra postura respecto al judaísmo, nuestros hijos seguirán siendo diferentes a los ojos de los demás. Lo sabemos de la historia lejana y de la próxima, de los conversos españoles y la “limpieza de sangre” exigida e investigada por la Inquisición, de los asimilados capaces de enmascarar sus apellidos y estirpe, y de aquellos que renunciaron a cualquier herencia y cultura propia y que fueron segregados y perseguidos por las leyes raciales o en tiempos turbulentos. El parecer diferentes reside en quien nos ve. Pero nuestro bagaje no está expuesto (pese a las descripciones raciales del judaísmo, somos blancos, negros, mediterráneos, asiáticos, escandinavos, africanos, caucásicos, europeos y de cualquier genética existente), como tampoco lo está (pese a los tópicos) el de las opciones sexuales no tradicionales, lo que convierte a ambos colectivos en objetivo de delaciones, malsines y señaladores. Nada hay más ofensivo que alguien nos diga al contarles nuestra condición: “no lo pareces”, como si el gay tuviera que ir haciendo alardes de “pluma”, y el judío, si ya no ostenta cuernos y rabo, al menos tuviera que ir con el atuendo que han visto en el cine. Las Marchas del Orgullo Gay han sido un gran logro de las sociedades occidentales, excepto en algunos terribles casos como el de Madrid hace algunos años cuando un famoso político “defensor de las libertades” prohibió la participación de una carroza de Tel-Aviv a la vez que se pronunciaba en defensa de regímenes que ahorcan a los homosexuales. Sin embargo, resulta difícil todavía imaginar (cada vez más en la actual Europa) una Marcha del Orgullo Judío que pudiera transcurrir sin un impresionante dispositivo de protección policial y a la que, como en la reciente Marcha de Tel-Aviv, se unan espontáneamente decenas de miles de personas que no pertenecen a ese colectivo, simplemente por sentirse orgullosas de que sus sociedades (ellos mismos) hayan dejado de señalarlos y verlos como diferentes. Jorge Rozemblum es director de Radio Sefarad

actualidad, opinión

Extranjeros en su patria, por Jorge Rozemblum

Cuando el pasado jueves 11 de junio se aprobaba la nueva Ley de Nacionalidad Española para Sefardíes, creí que los diarios traerían la noticia en la portada y los noticieros televisivos en su resumen inicial. No fue así: apenas unas líneas en páginas interiores y un mutismo casi absoluto en el formato audiovisual fueron la respuesta. Había olvidado una de las reglas básicas del periodismo moderno: lo que no despierta polémica (como una Ley aprobada por unanimidad) no vende. Y lo que no vende, no vale la pena publicarlo. Aun así, y pese a las dudas que presenta la implementación de esta Ley, millones de personas en el mundo entero (sefardíes o no) sonreímos felices por el simbolismo de reparación histórica que significó. Poco (muy poco) nos duró la alegría. No habían pasado 40 horas cuando nos enteramos por las redes sociales que el recién (justo en esos instantes) nombrado encargado de cultura en la ciudad en que se aprobó la citada Ley, había publicado unos tuits de añeja estirpe antisemita. El escándalo fue mayúsculo, hasta el punto de tener que renunciar a dicho cargo. Desde entonces, tanto su partido como sus detractores remueven sin mascarilla en el pasado de los nuevos y viejos elegidos en las últimas elecciones municipales y autonómicas buscando declaraciones, mensajes y cualquier huella social que los desacredite. Hasta aquí, todo normal. El problema es que son innumerables los casos en que los judíos somos el sujeto de estas chanzas, en un país en el que la mayoría de la gente declara no haber visto y hablado jamás con uno de carne y hueso. El tema del antisemitismo (con sus variantes de negación del holocausto, anti-israelismo, equiparación con los nazis, etc.) está llegando a unos niveles casi equiparables, en términos de acusación y alarma pública, a los de la corrupción. Y las explicaciones o excusas son a veces la guinda del pastel del despropósito y los prejuicios. Varios medios y entrevistados a favor y en contra de los señalados hablan de chistes “xenófobos”. Ahora bien: xenofobia es el miedo u odio al extranjero. La equiparación (o simple confusión) de la xenofobia al antisemitismo es en sí un síntoma de prejuicios antisemitas, al suponer que los judíos somos “extranjeros”. ¿Dónde? ¿En los campos de concentración, quizás por haber sido deportados allí para su exterminio desde sus extranjeros países de origen? ¿En España, en la que moraban antes de la llegada de la mayoría de sus habitantes actuales y a los que la nueva Ley justamente pretende restituir sus derechos ciudadanos injustamente arrebatados? Esta confusión ni es nueva ni una prerrogativa de una ideología política. Revisen lo ocurrido con los judíos en la Unión Soviética y en los países bajo su influencia, y la reiterada acusación estalinista de “cosmopolitas”, que situaba al descendiente de este origen (pocos siguieron cultivando algún tipo de vínculo religioso) en la categoría de apátrida y errante, como si los que realmente sufrieron ese destino lo hicieran por su propia voluntad y no por las decisiones de los poderosos (como nuestro Edicto de Expulsión). Pero menos todavía les gusta que el meteco, el extranjero, el objeto de la “xenofobia”, reivindique y reconstruya el que fuera su hogar, dejando atrás las tierras en las que es víctima del desprecio y el mal llamado humor, que no es más que la burla del débil, al que tildan prejuiciosamente de poderoso.   Jorge Rozemblum es director de Radio Sefarad

actividades culturales, actualidad

JDay Barcelona

El pasado domingo 14 de junio de 2015 tuvo lugar en las instalaciones de la Comunidad Israelita de Barcelona el evento JDay Barcelona de la plataforma JNetwork que reunió a más de 100 usuarios de la misma de Barcelona, Madrid y Alicante. Los ponentes invitados, directivos de organizaciones como Holmes Place y Bimbo o emprendedores del mundo creativo y de proyectos sociales realizaron excelentes y muy interesantes las presentaciones en base a su experiencia como profesionales y pudieron ofrecer nuevas herramientas a los asistentes para poder aplicar en sus emprendimientos. Además JNetwork organizó stands con información muy útil para todos los emprendedores que quieran comenzar sus propios proyectos y un espacio de networking para conocer otros profesionales y poder compartir un rato entre conocidos y miembros de todas las comunidades de España. JNetwork organiza periódicamente formaciones y encuentros de networking en diferentes comunidades de España para ayudar a los asistentes a mejorar sus perspectivas laborales.

actualidad, opinión, sección de Abraham Barchilon

Cuatro años y un cargo para disculparse, por Abraham Barchilón

Las pasadas elecciones municipales y autonómicas han llevado al poder a una pluralidad de personas que, bajo sus nuevas siglas, parecen querer ocultar su pasado y, al salir éste a la  opinión pública, se limitan a decir “pido disculpas”. Y el último, hasta este momento, que la hemeroteca ha puesto al descubierto ha sido el designado como Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Madrid por la Srª Carmena, Guillermo Zapata. Y cabe preguntarse ¿realmente una persona puede cambiar sus pensamientos, cuando ya ha alcanzado la madurez?, personalmente opino que no es posible esa mutación. Cuestión diferente es que, al ostentar algún cargo de representación, por aquello de “lo políticamente correcto”, manifieste sus disculpas. Disculpas, que no arrepentimiento, son conceptos con una gran diferencia en su fondo. El primer término – disculpas – significa, estrictamente, quedar bien ante el sector ofendido, aunque sus convicciones personales, intrínsecamente, las mantenga intactas. En cambio arrepentimiento, vendría a representar una reflexión más amplia y profunda sobre los principios sobre los que se pronunció. Mayor análisis merece si  el  que pronuncia expresiones, mofándose del mayor crimen sobre la humanidad, como fue el holocausto, y de los que sufrieron esas atrocidades, es designado para desempeñar el cargo de “Regidor de Cultura en el Ayuntamiento de Madrid”. Ello, de por sí, viene a calibrar el grado de “cultura” que, al parecer, su mentora, la alcaldesa de Madrid, ha vislumbrado para designarle su colaborador. Un colaborador, cuya catadura moral, a tenor de sus escandalosas manifestaciones – y no sólo sobre el holocausto-, es inadmisible. Pero si ahondamos más, el amparo ideológico sobre el que han formulado su postulación política para llegar al poder en el Ayuntamiento de Madrid, comprobaremos que están basados, no sólo en postulados xenófobos, sino en todo lo referente al pueblo de Israel. Así ha sido su posicionamiento para liderar en España  la campaña BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones a Israel). Se puede o no compartir la política que ejerce este país en un momento determinado, pero lo que no se puede poner en duda es la democracia existente en ese estado, en contraposición con la dictadura, odio, fanatismo y terrorismo imperante en los promotores del citado boicot, es decir, los rectores del pueblo palestino. A esa forma de participación política que se ha abierto camino, aunque con diferentes denominaciones, se les viene detectando, al menos, una común denominador, que es, sin duda, lo referente al desarrollo de acciones contra el pueblo de Israel. Como políticamente ya no es correcto ser antisemita, ahora muchos se disfrazan de antisraelíes. Ello lo vemos claramente reflejado en las expresiones de la religiosa Teresa Forcada, quien, pretendiendo representar al pueblo catalán, postulándose como candidata a la Generalitat, se “alista“ en un acto ilícito, según la perspectiva del Derecho Internacional, como es el proyecto de la tercera flotilla a Gaza. Por ello, personas con pensamientos y reflexiones como las expuestas, en bien de la democracia y de la convivencia plural de nuestro país, deben ser cesadas por quienes tengan la responsabilidad de su nombramiento y  apartadas de la representación pública. La transparencia de los ideales también debe poder ser contrastada en democracia.     Abraham Barchilón es abogado y presidente de la Comunidad Judía de les Illes Balears El presente artículo ha sido publicado entre otros el día 15 de junio en el Faro de Ceuta, el día 16 de junio en el Diario Levante de Valencia y La Información

actualidad, opinión

El día en que los judíos unieron a España, por Jorge Rozemblum

A inicios de 1492, los Reyes Católicos culminaron el largo proceso de la Reconquista de España. La operación militar, financiada en gran medida por algunos judíos ricos de la corte, aseguraba la unidad geográfica de una nación que recuperaba su nombre unitario después de siglos de taifas y reinos enfrentados. Pero algunos factores, como la iglesia y su influyente tribunal de la Inquisición dirigido por Torquemada (él mismo descendiente de conversos), convencieron a la pareja reinante de que la unidad dependía del final del trato dispensado a los judíos como “servicámara” o propiedad real. La única opción era que se convirtiesen (y tributasen, como el resto de habitantes) a la iglesia. No fue, pese a las apariencias, una expulsión para lograr la unidad religiosa, ya que pasó más de un siglo y circunstancias muy diferentes para que se procediese a expulsar a los seguidores del Islam que habían llegado a la península a golpe de cimatarra a partir del siglo VIII, mientras que los judíos la habitaban pacíficamente desde al menos un milenio cuando los romanos llamaron a su provincia Hispania, basándose en una antigua denominación fenicia, lengua muy similar al hebreo: i-shfanim, la isla de los conejos. En contra de las intenciones iniciales, la expulsión de los judíos no trajo la unidad y la buenaventura al reino unificado, ni para los que partieron expoliados de todo bien ni para los que se quedaron y convirtieron para salvar sus tesoros, y que sufrieron siglos de sospechas, persecuciones y estigma (en algunos casos, hasta tiempos muy recientes, como los chuetas mallorquines). Tampoco como estado la cosa fue mucho mejor ya que, pese al descubrimiento más rentable de la historia (todo un continente lleno de recursos), España entró en una espiral de endeudamiento y problemas de integración nacional y social que parecieran responder a una maldición que la leyenda atribuye a uno de los obligados a marcharse hace más de cinco siglos. Desde entonces, los antiguos compatriotas se convirtieron en personajes míticos y objeto de un odio (a veces aún insuperado en la cultura y habla populares) irracional e injustificado (por su propia ausencia). España quedó “desefaradizada”, con la memoria borrada de su propia sangre y huellas. Sólo en los últimos 150 años, inicialmente sólo a través de determinadas élites culturales, la cuestión comenzó a aflorar hasta culminar esta misma semana, con la promulgación de una Ley que, más allá de sus fórmulas y detalles legislativos, ha tenido la virtud de unir en la cámara más representativa del pueblo a todos los grupos políticos que votaron unánimemente su aceptación, algo muy poco habitual por estos lares. Esta “unidad” añade un valor simbólico inesperado para quienes impulsaron un proyecto cimentado en la reparación y restitución de derechos. Ojalá sirva para más de un día singular, justo al contrario de aquel infame Edicto que tanto dolor e injusticia causó no sólo a los desplazados (que resistieron al odio y las maquinaciones con la fuerza del amor al terruño, la lengua y las tradiciones), sino también a la propia nación moderna parida contra-natura de la amputación de una parte indispensable de su ser, convirtiendo a la estirpe sefardí en ese “miembro fantasma” que sigue picando y doliendo aunque ya no esté unido al resto del cuerpo. Jorge Rozemblum es director de Radio Sefarad

actualidad, opinión

Como cansa ser judío, por Jorge Rozemblum

En España y en muchos países de habla hispana, millares de personas indagan su genealogía a la búsqueda de las huellas de su identidad judía. Junto a las conversiones forzosas, nuestra historia también está plagada de millones de casos de “asimilados”, que es como denominamos a aquellos que aun siendo judíos según las leyes religiosas (por ser engendrados de vientre judío), han abandonado todas sus señas de identidad: ni religión, ni idioma, ni cultura, ni empatía grupal. El propio hijo de uno de los principales filósofos modernos del judaísmo (Moses Mendelsohn) se bautizó así como su mujer judía y sus hijos (entre ellos el famoso compositor Felix) y añadieron a su apellido el nombre de una finca (Bartholdy) para difuminar el rastro judío. A pesar de estos esfuerzos, Wagner (cuya carrera se basó en la ayuda de los judíos de la época), le recordó y recriminó su origen, como décadas más tarde lo harían las Leyes de Nuremberg que sellarían el destino de las personas por la cuna, ni siquiera por la propia, sino por la de sus padres o abuelos. Siglos antes, como respuesta al Edicto de Expulsión promulgado por los reyes de España en 1492, muchos se acogieron al bautismo, algunos motivados por sus posesiones terrenales (que perderían si se exiliaban), otros sinceramente o por “asimilarse” y ser un súbdito más en la unificación de las coronas del país. Ellos también debieron sentirse decepcionados al comprobar -por las denuncias y los conceptos de “cristiano nuevo” y “limpieza de sangre”- que uno puedo decidir dejar de ser quien es, pero ello no hace que los demás dejen de verte como lo que fuiste. Decía Sartre que la identidad judía surge de esta marginación de los demás. Sorprendentemente, el único sitio en la tierra donde un judío puede dejar de sentirse especial y señalado es el estado judío, en Israel, país en el que la palabra judaísmo (yahadút) está asociada únicamente a la religión y no a la cultura, la lengua, la forma de ser. Pero esta disociación es sólo aparente: el antisemitismo superado al abandonar la diáspora se transforma en odio a Israel, más allá de sus políticas, por el mero hecho de existir. La forma de ser del israelí tampoco se parece ni a sus vecinos regionales, ni a los modelos occidentales (europeos y norteamericanos) que pretende emular. A pesar de las realidades tan distintas que vive un judío en Israel, en España, en París, Nueva York o Buenos Aires, hay algo en común a todos ellos: ser judío cansa. Pero mucho. Cuando uno no está explicando por qué apoya a Israel, está explicando por qué no la apoya. Seguir los preceptos religiosos exige casi el mismo esfuerzo que el no seguirlos y justificar por qué no se hace. Explicar en hebreo se dice lehasbir, y de allí viene la denostada palabra hasbará que algunos creen que es una forma oculta de propaganda israelí, cuando en realidad la gente lo hace gratuitamente y de forma voluntaria. Explicar, explicarse: como si eso sirviera para algo (a la luz del creciente cariño que el mundo profesa a judíos e israelíes últimamente). Mi padre lo llamaba en ídish: red tzum lomp, hablar a las lámparas, a las paredes, gastar saliva. Sabemos que la eficacia de la lógica y la fundamentación científica no han servido, pero seguimos intentándolo. Es una de nuestras señas de identidad más profundas, que no borra ni la crisis de fe, ni el apartarse de la familia y las raíces, ni el renegar de todo, de Dios para abajo. Eso sí: cansa. Pero mucho. Quizás por eso somos el pueblo que inventó el día de descanso, para al menos no tener que explicar nada una vez a la semana.   Jorge Rozemblum es director de Radio Sefarad

actualidad, Sin categoría, solidaridad

Comprometidos con el diálogo judeo cristiano

Durante dos días consecutivos Isaac Querub ha participado en sendos eventos relacionados con el diálogo interreligioso judeocristiano. En su ponencia el martes 26 de mayo en el marco del [II Encuentro Judeocristiano](http://www.josebarta.com/wp-content/uploads/2015/05/PROGRAMA-DEFINITIVO-FORO-INTERRELIGIOSO-II-ENCUENTRO-JUDEOCRISTIOANO-.pdf) del Foro Interreligioso de AEDOS en la Universidad Pontificia Comillas ICADE-ICAI, Isaac Querub ha afirmado que «judíos y cristianos tenemos la obligación de presentar un frente moral unido que salvaguarde nuestros valores y nuestros principios”. La jornada fue organizada con ocasión de la reedición ampliada del libro de José Barta «La encrucijada del Pueblo Elegido: Judaísmo y judíos en el siglo XXI», amigo y colaborador de la FCJE. [Audio íntegro de la ponencia en Radio Sefarad](http://www.radiosefarad.com/el-frente-comun-judeocristiano-con-isaac-querub-presidente-de-la-fcje/) El miércoles 27 de mayo, Isaac Querub ha presidido la sesión de clausura del curso 2014-2015 del [Centro de Estudios Judeo Cristianos](http://www.cejc-madrid.org/) al que a lo largo del año han atendido fielmente 50 participantes. La ponencia del evento **»Judíos y cristianos en sus diferencias forman el pueblo de Dios»** corrió a cargo de Rav. Moshé Bendahan, presidente del Consejo Rabínico de España y rabino principal de la Comunidad Judía de Madrid y del Cardenal Carlos Amigo Vallejo. Además la FCJE ha apoyado con el envío de la exposición **“Janucá, la fiesta de las luminarias”** la **Jornada de Israel- Cultura y vida judía** que se desarrolló el pasado 19 de mayo en la Universidad Católica San Antonio de Murcia.    

actualidad, opinión

Seña y saña, por Jorge Rozemblum

A pesar del título, esta columna no va de lingüística sino de periodismo. O de ambas cosas y de ética cuando el sujeto del titular es Israel. Esta semana: “Israel ataca Gaza”. Más abajo y en tamaño menor: “En respuesta al lanzamiento de un cohete contra su territorio”. El titular elegido no enseña, sino que se ensaña: no indica para dar a entender algo o venir en conocimiento de ello (como la primera definición de “seña” en el diccionario), sino que lo hace con furor, enojo ciego e intención rencorosa y cruel (como en la entrada de “saña”). Imaginemos un titular al día siguiente del desembarco en Normandía durante la Segunda Guerra Mundial: “Estados Unidos ataca Europa”. No faltarán elementos gráficos que justifiquen, corroboren y refuercen un encabezamiento así, difícilmente imaginable en un país de los aliados entonces. La ética periodística no lo hubiera permitido, a menos que fuese colaboracionista de los regímenes nazi y fascista. Sin embargo, la saña y la tergiversación gramatical son el pan nuestro de cada día en la prensa de lengua hispana en lo que a Israel se refiere, hasta convertirse en su “seña” de identidad. Enseña su saña: muestra, más que su filiación ideológica, la ausencia de un pensamiento crítico y responsable. Si todos (o la mayoría) actúan igual, por algo será, como diría el ensañado y galardonado escritor antisemita Antonio Gala. La “mala uva” (una expresión castiza sobre las malas intenciones, que puede tener su origen nada menos que en las normas dietéticas judías) no sólo afecta al juego gramatical de demonizar al sujeto (o mejor, convertir en sujeto activo de la oración al “malo” de la película), sino también a la semántica, revirtiendo el significado de las palabras (por ejemplo, holocausto pasa de ser un genocidio contra los judíos a estar provocado por ellos contra los palestinos) e incluso a la edición, trazando un mensaje subyacente. Sirva de ejemplo una noticia del mes pasado cuando el padre de la víctima árabe del asesinato en Jerusalén el año pasado pidió que su nombre no fuese leído en el acto del día de los caídos por las guerras y el terrorismo en Israel. En negrita leemos “joven palestino quemado vivo por judíos” y gracias a algunas protestas el subtítulo “sin justificación alguna“ (que parece aludir a alguna malvada acción israelí) se cambió por una negrita en el texto que dice “no dio ninguna justificación”, explicando la actitud de la familia al denegar el homenaje. A pesar del cuerpo de la noticia, el titular es “Israel retira el nombre de un palestino del muro dedicado a víctimas de atentados”. Es como escribir “El doctor Fulano desconecta al paciente Mengano y provoca su muerte”, aunque en el cuerpo de la noticia nos cuenten que ha sido a petición de la familia y con una orden judicial. ¿Por qué pasa esto? Porque a pesar de las leyendas y los mitos, los judíos y los israelíes no somos poderosos ni tan influyentes ni poseemos y dominamos los medios de comunicación. Seguimos siendo el blanco más fácil de la ignorancia, el prejuicio y la cobardía intelectual, las señas de los que suelen ensañarse con los diferentes. Jorge Rozemblum es director de Radio Sefarad

actualidad, Fiestas judías

Los judíos españoles celebramos la fiesta de Shavuot

Los judíos españoles celebramos este domingo la fiesta que recuerda la entrega de las Tablas de la Ley a Moisés El próximo domingo la comunidad judía española celebra la fiesta de Shavuot o Pentecostés que es junto con Pésaj (Pascua) y Sucot (fiesta de las Cabañas) una de las festividades mayores del calendario judío. Shavuot se celebra siete semanas después de Pésaj. Las siete semanas que tuvo que esperar el pueblo judío hasta recibir la Torá, la ley escrita y guía moral. La fiesta está marcada por la alegría que supone el encuentro entre Dios y el pueblo judío. Historia Durante el largo éxodo de Egipto, los «hijos de Israel» deambulan por el desierto del Sinaí. Después de una serie de vicisitudes en su larga estancia solitaria en el Monte Sinaí, Moisés recibe y entrega a su pueblo las Tablas de la Ley. A partir de ese momento Dios y el pueblo de Israel hacen el juramento de no separarse jamás el uno del otro. Costumbres La víspera de la fiesta se conoce como la noche del Tikún de Shavuot, una noche entera de estudio de la Torá. Nunca falta la lectura del Libro de Ruth, ya que el devenir de este personaje, que por amor se convierte al judaísmo y asume como propias las costumbres y leyes de la Torá,  ejemplifica la adopción de la ley por parte de todo el pueblo judío. Otra denominación de Shavuot es Jag HaBikurim, fiesta de las primicias ya que coincide con la primera cosecha. En la época bíblica se acostumbraba a ofrecer estos primeros frutos en el Templo. En la actualidad algunas comunidades judías organizan fiestas al aire libre en las que son presentados sus miembros más jóvenes. Es costumbre durante los dos días de la fiesta de Shavuot consumir únicamente alimentos lácteos, sobre todo bollos salados rellenos y pasteles dulces, elaborados con las siete especies características de Israel: trigo, cebada, uvas, higos, granadas, dátiles y aceitunas. Escuchar qué es Shavuot en Radio Sefarad La Vanguardia: 24M coincide con Shavuot, fiesta que impide votar a los judíos más ortodoxos  

actualidad, antisemitismo, opinión

V Foro Global de Lucha Contra el Antisemitismo

La semana pasada tuvo lugar en Jerusalén, el V Foro Global de Lucha Contra el Antisemitismo convocado por el Ministerio de Exteriores de Israel en al que se apuntaron hasta 1000 participantes de más de 50 países, incluidos representantes de varios gobiernos extranjeros, dirigentes y profesionales de comunidades judías, organizaciones internacionales de lucha contra el antisemitismo etc.  Por parte del gobierno de España participó Belén Alfaro, embajadora especial para las relaciones con la comunidad judía. Ha sido la p imera vez que la Federación de Comunidades Judías de España ha asistido a este evento que viene celebrándose cada dos años desde 2007. En palabras de Carolina Aisen, directora de la FCJE, «espacios de intercambio como este Foro nos permiten compartir best practices y dotar de nuevas ideas y estrategias a nuestros Observatorio de Antisemitismo«. Este año en particular el foro ha batido un récord de participación como consecuencia del sentido aumento del antisemitismo en Europa, que ha sido uno de los temas centrales a debate como refleja el programa del Foro. Los atentados de Toulouse, Bruselas, París, Copenhague han puesto de manifiesto la voluntad de ciertos componentes de la sociedad de atacar a la comunidad judía. Entre las conclusiones del foro, la necesidad de implicar a los gobiernos y administraciones a todos los niveles ya que el antisemitismo no es un problema de los judíos sino de toda la sociedad. En este sentido existe una tensión o incluso sensación de frustración por parte de las organizaciones judías debido a la carencia de una definición de trabajo de antisemitismo en las grandes organizaciones internacionales o estados como por ejemplo en  la Unión Europea.  Si bien se creó a mediados de 2014 un intergrupo parlamentario, presidido por Fernando López Aguilar, europarlamentario del PSOE y ex ministro de justicia, no han habido grandes avances. El hecho de que el antisemitismo como tal no tenga una definición de trabajo sino que quede categorizado como racismo, odio y/o discriminación dificulta asimismo la identificación de posibles acciones, ataques y hasta delitos. Otro tema que se trató en el Foro es la falta de sensibilidad respecto al antisemitismo en algunos estados y el problema de falta de legislación en este sentido. Todos los participantes coincidieron en notificar el aumento del antisemitismo en redes sociales que llega a todos los rincones del planeta y en todos los idiomas, y la impunidad de la que gozan quienes difunden ideas antisemitas e incitan al odio. El ambiente del V Foro Global de Lucha contra el Antisemitismo ha sido muy vivo ya que los participantes no sólo han escuchado las exposiciones de los ponentes sino que se han discutido en torno a lo expuesto e  intercambiado opiniones después de cada sesión. La Vanguardia: Delegaciones de 50 países se reúnen en Jerusalén para analizar antisemitismo Radio Sefarad: Entrevista a Carolina Aisen                

Scroll al inicio