2013

actualidad, opinión

Un encuentro entre hermanos, por Rav Moshé Bendahan

A continuación reproducimos las palabras de Rav Moshé Bendahan, presidente del Consejo Rabínico de España y rabino principal de la Comunidad Judía de Madrid en la inauguración del XXII Reunión del Comité Internacional de Enlace Judeo-Católico, el pasado domingo 13 de octubre: Cuando leemos el libro de Génesis (Bereshit) vemos que hay un constante conflicto entre hermanos, como si el diálogo y la fraternidad fueran imposibles de alcanzar. Ya los dos primeros hermanos mantienen una rivalidad, que lleva a Caín a asesinar a su hermano Abel.Posteriormente hay una disputa entre los hijos de Noé. Shem y Yafet por un lado, y Jam por el otro. Los hijos de Abraham no pueden convivir juntos, e Ishmael tiene que abandonar su casa. Esau y Jacob, siguen marcando la línea de rivalidad, y Jacob tiene que huir de su hogar a Jaran. Los hijos de Jacob no soportan a su hermano José y lo venden como esclavo a Egipto. Al final del libro, nos encontramos con un mensaje de esperanza, y por fin vemos una posibilidad de diálogo y hermandad. José es nombrado virrey de Egipto, sus hermanos vienen a comprar alimentos, y llega la reconciliación y la hermandad. Cuando José, retiene a su hermano Benjamín, Juda le dice, yo me quedo rehén, pero que mi hermano pequeño vuelva con su padre y así Juda repara, la expresión de Caín:“Acaso yo soy el guardián de mi hermano”, demostrando que el sí, es el guardián de su hermano. Por otra parte, cuando José trae a sus dos hijos a su padre Jacob para que los bendiga, los colocó a Menashé, el primogénito a la derecha y a Efraím a la izquierda. El padre cruza los brazos para bendecirlos, y coloca su mano derecha sobre la cabeza de Efraím, y en ese momento, Menashé en lugar de rebelarse, y decir yo soy el primogénito, acepta que su hermano tenga más mérito para merecer la primera bendición, y de esta forma, repara el conflicto de primogenitura que leemos a lo largo de todo el Génesis. Preguntaron nuestros Sabios ¿Por qué D-s creó a una sola pareja, Adán y Eva, y no a varias parejas al mismo tiempo? Para enseñarnos, que al descender toda la humanidad de unos mismos padres, todos somos hermanos, y tenemos que aprender a ver a nuestro prójimo como hermano, y no como un extranjero ó como un extraño. Sólo cuando aprendamos a sentir que el prójimo es nuestro hermano, podremos llegar a una relación de fraternidad, hermandad, respeto y tolerancia. Católicos y judíos deben llegar a una relación de armonía y fraternidad, sustentada en los valores éticos y espirituales comunes, que constituyen la base de la Civilización Occidental. Tenemos que seguir los pasos de la Declaración Nostra Aetate, del Concilio Vaticano II, del 28 de Octubre de 1965, sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, donde está escrito: “Además la Iglesia que reprueba cualquier persecución contra los hombres, consciente del patrimonio común con los judíos, e impulsada no por razones políticas, sino por la religiosa caridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos” Le pido a D-s, que nos de su bendición, para que salgamos de este Congreso más unidos y hermanados.

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Un encuentro entre hermanos, por Rav Moshé Bendahan

A continuación reproducimos las palabras de Rav Moshé Bendahan, presidente del Consejo Rabínico de España y rabino principal de la Comunidad Judía de Madrid en la inauguración del XXII Reunión del Comité Internacional de Enlace Judeo-Católico, el pasado domingo 13 de octubre: Cuando leemos el libro de Génesis (Bereshit) vemos que hay un constante conflicto entre hermanos, como si el diálogo y la fraternidad fueran imposibles de alcanzar. Ya los dos primeros hermanos mantienen una rivalidad, que lleva a Caín a asesinar a su hermano Abel.Posteriormente hay una disputa entre los hijos de Noé. Shem y Yafet por un lado, y Jam por el otro. Los hijos de Abraham no pueden convivir juntos, e Ishmael tiene que abandonar su casa. Esau y Jacob, siguen marcando la línea de rivalidad, y Jacob tiene que huir de su hogar a Jaran. Los hijos de Jacob no soportan a su hermano José y lo venden como esclavo a Egipto. Al final del libro, nos encontramos con un mensaje de esperanza, y por fin vemos una posibilidad de diálogo y hermandad. José es nombrado virrey de Egipto, sus hermanos vienen a comprar alimentos, y llega la reconciliación y la hermandad. Cuando José, retiene a su hermano Benjamín, Juda le dice, yo me quedo rehén, pero que mi hermano pequeño vuelva con su padre y así Juda repara, la expresión de Caín:“Acaso yo soy el guardián de mi hermano”, demostrando que el sí, es el guardián de su hermano. Por otra parte, cuando José trae a sus dos hijos a su padre Jacob para que los bendiga, los colocó a Menashé, el primogénito a la derecha y a Efraím a la izquierda. El padre cruza los brazos para bendecirlos, y coloca su mano derecha sobre la cabeza de Efraím, y en ese momento, Menashé en lugar de rebelarse, y decir yo soy el primogénito, acepta que su hermano tenga más mérito para merecer la primera bendición, y de esta forma, repara el conflicto de primogenitura que leemos a lo largo de todo el Génesis. Preguntaron nuestros Sabios ¿Por qué D-s creó a una sola pareja, Adán y Eva, y no a varias parejas al mismo tiempo? Para enseñarnos, que al descender toda la humanidad de unos mismos padres, todos somos hermanos, y tenemos que aprender a ver a nuestro prójimo como hermano, y no como un extranjero ó como un extraño. Sólo cuando aprendamos a sentir que el prójimo es nuestro hermano, podremos llegar a una relación de fraternidad, hermandad, respeto y tolerancia. Católicos y judíos deben llegar a una relación de armonía y fraternidad, sustentada en los valores éticos y espirituales comunes, que constituyen la base de la Civilización Occidental. Tenemos que seguir los pasos de la Declaración Nostra Aetate, del Concilio Vaticano II, del 28 de Octubre de 1965, sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, donde está escrito: “Además la Iglesia que reprueba cualquier persecución contra los hombres, consciente del patrimonio común con los judíos, e impulsada no por razones políticas, sino por la religiosa caridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos” Le pido a D-s, que nos de su bendición, para que salgamos de este Congreso más unidos y hermanados.

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Desafíos para la fe en las sociedades contemporáneas, por Isaac Querub

A continuación reproducimos las palabras de nuestro presidente  Isaac Querub en la inauguración del XXII Reunión del Comité Internacional de Enlace Judeo-Católico, el pasado domingo 13 de octubre: Cardinal Koch, Chairman of the Holy See´s Commission, Mrs Betty Ehrenberg, Chair of the International Jewish Committee for Interreligious Consultations, Cardenal Rouco Varela, Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal de España, Rabbi Moshe Bendahan, Presidente del Consejo Rabinico de España, D. Angel Llorente, Director General de Cooperación Juridica Internacional y Cooperación con las Confesiones, Presidente de la Comunidad Judia de Madrid, Embajadores, Autoridades Religiosas, Directores, Señoras, Señores, “En nuestro tiempo” -en expresión latina Nostra Aetate– fue el más breve de los documentos del Concilio Vaticano II. Muy esperado por los representantes de las distintas religiones, la Declaración Nostra Aetate no pretendió recoger todas las dimensiones de la visión católica sobre las religiones no cristianas ni sobre el judaísmo; su intención fue más bien subrayar algunos aspectos comunes que invitaban a la mutua colaboración. El texto de la Nostra Aetate es actual, a pesar de que nos acercamos poco a poco a su cincuenta aniversario. El tiempo transcurrido desde que fuera aprobada por los padres conciliares en 1965 no lo ha envejecido. Es una concisa y honda declaración del rico patrimonio espiritual que constituye las raíces comunes entre el judaísmo y el cristianismo, imbuida de la afirmación fundamental de la Biblia sobre la naturaleza del hombre, que manifiesta que ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios. Idea que implica no sólo el concepto de igualdad de los hombres como criaturas de Dios, y su corolario del rechazo a la discriminación entre los hombres y entre los pueblos (como es toda forma de antisemitismo), sino la convicción humanística central de que todo hombre lleva en sí mismo a toda la humanidad. Sobre la semejanza en su creación con Dios, al hombre le correspondería adquirir y practicar las principales cualidades que caracterizan a Dios: justicia y amor (rajamim en hebreo bíblico). Es en este punto en el que radica la esencia compartida de ambas religiones, que confluyen en la conclusión de la existencia de un Dios padre de la creación y la sacralidad de la vida humana. Este núcleo común cimienta el solidísimo vínculo entre judaísmo y cristianismo, al que la Declaración Nostra Aetate se refirió como “un vínculo por el que el pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido con la estirpe de Abraham”. Evidenciando al mismo tiempo que la profunda fractura entre ambas religiones a lo largo de la historia, hasta el punto de llegar a una mutua incomprensión, ha estado caracterizada muy a menudo por una ignorancia mutua, y por ello, imponiendo el deber de una mejor comprensión recíproca y de una renovada estima mutua. Finalmente, Nostra Aetate repudia oficialmente el error histórico del llamado deicidio: Nunca más se acusara a los judíos de la muerte de Cristo. Este espíritu de comprensión recíproca y renovada estima lo hacemos nuestro las Comunidades Judías de España. Lo hemos hecho siempre que hemos podido. Quiero recordar aquí, por su cercanía en el tiempo, nuestro respaldo activo a las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede e Israel y la Jornada Mundial de la Juventud, que implicó la presencia en España de Su Santidad Benedicto XVI en 2011. También nuestra frecuente colaboración en iniciativas más cotidianas -junto con el Centro de Estudios Judeo-Cristianos- como la participación en actos de culto en diversas Parroquias, o en actos académicos impulsados por Universidades Católicas –como la de Ávila, o la de Murcia-, por citar sólo algunos ejemplos. Pero además, los judíos –desde Jerusalén a Madrid pasando por Nueva York- nos rebelamos ante la persecución de las minorías cristianas en Pakistán, Egipto, Irak, Nigeria o Sudán. En respuesta al silencio del mundo ante ese oprobio son muchos los judíos del mundo entero que han alzado su voz –y hoy lo hago yo también aquí- en defensa de los derechos de esas minorías cristianas. Porque los judíos sabemos muy bien que el pecado del silencio es un delito de omisión ante los actos de opresión o asesinato. Y no queremos ser indiferentes ante el sufrimiento de los cristianos ni de nadie. Sabemos muy bien que la Iglesia ha tenido también gestos de proximidad al mundo judío. No me corresponde a mí mencionar los hitos pasados de esa relación judeo-cristiana. Pero sí quiero destacar la creación en 1972, por el entonces Arzobispo de Madrid Monseñor Tarancón, del Centro de Estudios Judeo–Cristiano. Y los signos –enormemente representativos- de Sus Santidades Juan Pablo II y Benedicto XVI, con sus declaraciones, y visitas a las Sinagogas de Roma, Colonia y Nueva York o sus viajes al Estado de Israel y oraciones en el Muro occidental de Jerusalén o Yad Vashem.  Son signos que se han producido en un pasado reciente, y que apuntan hacia esa idea de una mejor comprensión recíproca y una renovada estima mutua. Signos que hago votos para que continúen en el futuro con mayor ímpetu, gracias al nuevo impulso del Papa Francisco. Eminencias, Rabbí, Presidenta, Señoras, Señores, Judaísmo y cristianismo, con plena conciencia de los vínculos que las unen, quieren ser reconocidas y respetadas por su propia identidad, fuera de todo sincretismo y de toda apropiación equívoca. No estoy, por lo tanto, hablando de negar nuestra esencia, ni siquiera de caer en la imprecisión, mucho menos en la mediocridad en materia doctrinal, que causarían grave daño al diálogo judeo-cristiano. Estoy hablando de sumar, a través de la concreción de nuestra voluntad, dirigida al aprecio mutuo y enterrar definitivamente la enseñanza del desprecio. Nuestros retos son comunes. Nuestras convicciones son comunes. ¿Por qué nuestra acción no debería serlo? Hagamos que nuestras acciones sean comunes. Esto es, trabajemos juntos.    Trabajemos juntos destacando nuestro patrimonio espiritual común.    Eminencia, Cardenal Rouco Varela, nuestra Sinagoga está abierta. Nada nos satisfaría más que vuestra presencia en nuestro lugar sagrado de oración, donde se guarda la Torá, que es sagrada escritura para judíos y cristianos. Nuestro templo se abre a su

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Desafíos para la fe en las sociedades contemporáneas, por Isaac Querub

A continuación reproducimos las palabras de nuestro presidente  Isaac Querub en la inauguración del XXII Reunión del Comité Internacional de Enlace Judeo-Católico, el pasado domingo 13 de octubre: Cardinal Koch, Chairman of the Holy See´s Commission, Mrs Betty Ehrenberg, Chair of the International Jewish Committee for Interreligious Consultations, Cardenal Rouco Varela, Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal de España, Rabbi Moshe Bendahan, Presidente del Consejo Rabinico de España, D. Angel Llorente, Director General de Cooperación Juridica Internacional y Cooperación con las Confesiones, Presidente de la Comunidad Judia de Madrid, Embajadores, Autoridades Religiosas, Directores, Señoras, Señores, “En nuestro tiempo” -en expresión latina Nostra Aetate– fue el más breve de los documentos del Concilio Vaticano II. Muy esperado por los representantes de las distintas religiones, la Declaración Nostra Aetate no pretendió recoger todas las dimensiones de la visión católica sobre las religiones no cristianas ni sobre el judaísmo; su intención fue más bien subrayar algunos aspectos comunes que invitaban a la mutua colaboración. El texto de la Nostra Aetate es actual, a pesar de que nos acercamos poco a poco a su cincuenta aniversario. El tiempo transcurrido desde que fuera aprobada por los padres conciliares en 1965 no lo ha envejecido. Es una concisa y honda declaración del rico patrimonio espiritual que constituye las raíces comunes entre el judaísmo y el cristianismo, imbuida de la afirmación fundamental de la Biblia sobre la naturaleza del hombre, que manifiesta que ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios. Idea que implica no sólo el concepto de igualdad de los hombres como criaturas de Dios, y su corolario del rechazo a la discriminación entre los hombres y entre los pueblos (como es toda forma de antisemitismo), sino la convicción humanística central de que todo hombre lleva en sí mismo a toda la humanidad. Sobre la semejanza en su creación con Dios, al hombre le correspondería adquirir y practicar las principales cualidades que caracterizan a Dios: justicia y amor (rajamim en hebreo bíblico). Es en este punto en el que radica la esencia compartida de ambas religiones, que confluyen en la conclusión de la existencia de un Dios padre de la creación y la sacralidad de la vida humana. Este núcleo común cimienta el solidísimo vínculo entre judaísmo y cristianismo, al que la Declaración Nostra Aetate se refirió como “un vínculo por el que el pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido con la estirpe de Abraham”. Evidenciando al mismo tiempo que la profunda fractura entre ambas religiones a lo largo de la historia, hasta el punto de llegar a una mutua incomprensión, ha estado caracterizada muy a menudo por una ignorancia mutua, y por ello, imponiendo el deber de una mejor comprensión recíproca y de una renovada estima mutua. Finalmente, Nostra Aetate repudia oficialmente el error histórico del llamado deicidio: Nunca más se acusara a los judíos de la muerte de Cristo. Este espíritu de comprensión recíproca y renovada estima lo hacemos nuestro las Comunidades Judías de España. Lo hemos hecho siempre que hemos podido. Quiero recordar aquí, por su cercanía en el tiempo, nuestro respaldo activo a las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede e Israel y la Jornada Mundial de la Juventud, que implicó la presencia en España de Su Santidad Benedicto XVI en 2011. También nuestra frecuente colaboración en iniciativas más cotidianas -junto con el Centro de Estudios Judeo-Cristianos- como la participación en actos de culto en diversas Parroquias, o en actos académicos impulsados por Universidades Católicas –como la de Ávila, o la de Murcia-, por citar sólo algunos ejemplos. Pero además, los judíos –desde Jerusalén a Madrid pasando por Nueva York- nos rebelamos ante la persecución de las minorías cristianas en Pakistán, Egipto, Irak, Nigeria o Sudán. En respuesta al silencio del mundo ante ese oprobio son muchos los judíos del mundo entero que han alzado su voz –y hoy lo hago yo también aquí- en defensa de los derechos de esas minorías cristianas. Porque los judíos sabemos muy bien que el pecado del silencio es un delito de omisión ante los actos de opresión o asesinato. Y no queremos ser indiferentes ante el sufrimiento de los cristianos ni de nadie. Sabemos muy bien que la Iglesia ha tenido también gestos de proximidad al mundo judío. No me corresponde a mí mencionar los hitos pasados de esa relación judeo-cristiana. Pero sí quiero destacar la creación en 1972, por el entonces Arzobispo de Madrid Monseñor Tarancón, del Centro de Estudios Judeo–Cristiano. Y los signos –enormemente representativos- de Sus Santidades Juan Pablo II y Benedicto XVI, con sus declaraciones, y visitas a las Sinagogas de Roma, Colonia y Nueva York o sus viajes al Estado de Israel y oraciones en el Muro occidental de Jerusalén o Yad Vashem.  Son signos que se han producido en un pasado reciente, y que apuntan hacia esa idea de una mejor comprensión recíproca y una renovada estima mutua. Signos que hago votos para que continúen en el futuro con mayor ímpetu, gracias al nuevo impulso del Papa Francisco. Eminencias, Rabbí, Presidenta, Señoras, Señores, Judaísmo y cristianismo, con plena conciencia de los vínculos que las unen, quieren ser reconocidas y respetadas por su propia identidad, fuera de todo sincretismo y de toda apropiación equívoca. No estoy, por lo tanto, hablando de negar nuestra esencia, ni siquiera de caer en la imprecisión, mucho menos en la mediocridad en materia doctrinal, que causarían grave daño al diálogo judeo-cristiano. Estoy hablando de sumar, a través de la concreción de nuestra voluntad, dirigida al aprecio mutuo y enterrar definitivamente la enseñanza del desprecio. Nuestros retos son comunes. Nuestras convicciones son comunes. ¿Por qué nuestra acción no debería serlo? Hagamos que nuestras acciones sean comunes. Esto es, trabajemos juntos.    Trabajemos juntos destacando nuestro patrimonio espiritual común.    Eminencia, Cardenal Rouco Varela, nuestra Sinagoga está abierta. Nada nos satisfaría más que vuestra presencia en nuestro lugar sagrado de oración, donde se guarda la Torá, que es sagrada escritura para judíos y cristianos. Nuestro templo se abre a su

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La FCJE reivindica Santa María la Blanca en la XXII Reunión del Comité Internacional de Enlace Judeo-Católico que se inauguró ayer en Madrid

Isaac Querub, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España leyó un discurso cargado de buenas palabras, agradecimientos, buenas intenciones pero también de una reivindicación muy concreta: la devolución de la sinagoga Mayor de Toledo, Santa María la Blanca, al pueblo judío. La sinagoga, que fue un lugar de culto histórico para los judíos, actualmente se encuentra desacralizada, y sin ninguna función pastoral ni proyecto conocido. Por tanto, es un buen momento para pedir su devolución. En palabras de Isaac Querub, se trataría de «reparar el rechazo y el expolio provocados en nuestro país tras expulsión y la Inquisición». «Un acto de generosidad y reconciliación». El presidente de la Federación también destacó el gran valor de la encíclica Nostra Aetate. » A partir de este momento se reparaba un error histórico: el del deicidio. «Nunca más se acusará a los judíos de la muerte de Cristo». El cardenal Antonio María Rouco Varela dijo que el encuentro constituye «un ámbito privilegiado para experimentar el vínculo tan especial que nos une». Betty Ehrenberg, presidenta del Comité Internacional Judío para Asuntos Interreligiosos destacó que el Papa Francisco supone «una luz brillante en el mundo de hoy». Por su parte, el cardenal Kurt Koch, responsable del Vaticano de la relación con el mundo judío, destacó que el actual pontífice conoce muy bien a la comunidad judía y que trabaja por el acercamiento entre ambas confesiones. Además de los citados, estuvieron presentes Angel Llorente, director general de Cooperación con las Confesiones, el nuncio del Vaticano Enzo Fratini, el cardenal Carlos Amigo, los padres Silverio Nieto, Martín Abad, Moshé Bendahan, rabino jefe de Madrid y Ricardo García, subdirector general de Relación con las Confesiones. La Razón: La comunidad judía pide la devolución de la sinagoga mayor de ToledoReligión Digital: Los judíos españoles exigen a Rouco la devolución de Santa María la BlancaReligión Digital: Rouco compara la persecución religiosa española con la de la Unión SoviéticaABC: Iglesia católica y comunidad judía analizan juntas los desafios de la feInfoCatólica: Reunión del XXII Comité Internacional de Enlace entre Católicos y JudíosLa Razón: Piden que la negación del «Holocausto judío» sea delito

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La FCJE reivindica Santa María la Blanca en la XXII Reunión del Comité Internacional de Enlace Judeo-Católico que se inauguró ayer en Madrid

Isaac Querub, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España leyó un discurso cargado de buenas palabras, agradecimientos, buenas intenciones pero también de una reivindicación muy concreta: la devolución de la sinagoga Mayor de Toledo, Santa María la Blanca, al pueblo judío. La sinagoga, que fue un lugar de culto histórico para los judíos, actualmente se encuentra desacralizada, y sin ninguna función pastoral ni proyecto conocido. Por tanto, es un buen momento para pedir su devolución. En palabras de Isaac Querub, se trataría de «reparar el rechazo y el expolio provocados en nuestro país tras expulsión y la Inquisición». «Un acto de generosidad y reconciliación». El presidente de la Federación también destacó el gran valor de la encíclica Nostra Aetate. » A partir de este momento se reparaba un error histórico: el del deicidio. «Nunca más se acusará a los judíos de la muerte de Cristo». El cardenal Antonio María Rouco Varela dijo que el encuentro constituye «un ámbito privilegiado para experimentar el vínculo tan especial que nos une». Betty Ehrenberg, presidenta del Comité Internacional Judío para Asuntos Interreligiosos destacó que el Papa Francisco supone «una luz brillante en el mundo de hoy». Por su parte, el cardenal Kurt Koch, responsable del Vaticano de la relación con el mundo judío, destacó que el actual pontífice conoce muy bien a la comunidad judía y que trabaja por el acercamiento entre ambas confesiones. Además de los citados, estuvieron presentes Angel Llorente, director general de Cooperación con las Confesiones, el nuncio del Vaticano Enzo Fratini, el cardenal Carlos Amigo, los padres Silverio Nieto, Martín Abad, Moshé Bendahan, rabino jefe de Madrid y Ricardo García, subdirector general de Relación con las Confesiones. La Razón: La comunidad judía pide la devolución de la sinagoga mayor de ToledoReligión Digital: Los judíos españoles exigen a Rouco la devolución de Santa María la BlancaReligión Digital: Rouco compara la persecución religiosa española con la de la Unión SoviéticaABC: Iglesia católica y comunidad judía analizan juntas los desafios de la feInfoCatólica: Reunión del XXII Comité Internacional de Enlace entre Católicos y JudíosLa Razón: Piden que la negación del «Holocausto judío» sea delito

opinión

¡Dibuja tu propio mapa de Oriente Próximo!, por Jorge Rozemblum

Si uno mira un mapamundi de hace tan sólo un siglo, descubrirá que las fronteras de grandes zonas del mundo eran muy distintas, especialmente en el continente africano (dividido en distintas porciones como colonias de sendas naciones europeas) y lo que conocemos como Oriente Próximo (unificado dentro del vasto imperio otomano dirigido desde Estambul). La desintegración de este último tras su derrota en la Primera Guerra Mundial dio lugar a una parcelación en países sin casi ninguna referencia a la historia o unidad étnica de los mismos.Así, en 1917, las naciones triunfantes (Inglaterra y Francia) se repartieron el territorio, creando nuevos países en respuesta a las alianzas tribales que encontraron en la zona. Por ejemplo, a la familia o clan de los Saúd se les entregó un país (Arabia) que no tuvieron ningún reparo en apellidarlo como ellos mismos: Arabia Saudita. Más recato tuvieron la familia Hachemi cuando en 1922 los británicos les regalaron el país que bautizaron Transjordania (es decir, las tierras al este del Jordán) y que esquilmó el 77% del territorio de Palestina que Londres había prometido en una declaración propia en 1918 para servir como Hogar Nacional a los judíos del mundo.  Luego repitieron el reparto de dividendos en Catar, Omán, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Kuwait, especialmente cuando la inválida arena del desierto se descubrió como hogar del preciado oro negro.Finalmente, y tras la vergüenza de su inacción durante el Holocausto, el Reino Unido propició una nueva partición de lo que quedaba de la Palestina bajo su mandato para crear dos nuevos países, y nuevamente a los judíos le correspondió la parte más pequeña y de peores condiciones climáticas y económicas. Los judíos bailaron en las calles festejándolo. Los árabes se negaron y declararon la guerra. Mientras, en la frontera norte, franceses y británicos también intentaron crear un espacio para los árabes cristianos llamado Líbano.Ante tal arbitrariedad de fronteras y dado el revuelo en que se encuentra la zona, propongo un ejercicio de creatividad: redibujar el Oriente Próximo. Sirva de mero ejemplo mi propuesta. Primero, intentaré respetar las naciones históricas. Rebautizaríamos a Irán como Persia (o Chiilandia, si así lo prefieren), aparte del mundo árabe al que no pertenece, como Turquía. De la mayor parte de lo que hoy día son Irak y Siria nacería Mesopotamia (o Babilonia, si les gusta más), pero con un nuevo país ocupando el norte, incluyendo también parte de la Turquía actual: Kurdistán (de religión no musulmana). En cuanto al Líbano, por fin podría independizarse del acoso de su vecino y ocupante musulmán, para convertirse en verdadera patria de los árabes cristianos, a los que propongo que formasen una confederación con Israel, que recordaría a la que hace milenios forjaron los judíos con sus vecinos, y que con toda lógica propongo que recuperen el nombre de Fenicia.En cuanto al resto, básicamente arena y petróleo, lo mejor sería unificarlo en una gran Arabia (que incluiría como Arabia del Norte gran parte de la Jordania oriental y a Yemen como Arabia del Sur, aparte de la Arabia de los Saúd en el Centro). Probablemente, los pequeños países productores de petróleo querrían mantener cierta autonomía como “Estados Unidos de Petrolia” o algo así, hasta que se les acabe el chollo en unas décadas.Los niños del mundo nos estarían agradecidos cuando tuvieran que calcar mapas y recordar capitales. Los árabes lograrían volver a estar unidos como sólo lo han estado bajo la fuerza de conquistadores e imperios ocupantes como los mamelucos, marcando sus propias diferencias culturales con turcos, persas, kurdos, judíos y cristianos. Está claro que muchos criticarán esta propuesta como algo fruto de un simple juego, pero resulta en muchos sentidos más lógico y justo que lo que se dibujó hace menos de un siglo desde unos despachos de Londres y París. Y sin “borrar” a nadie del mapa, como muchos pretenden con Israel desde su renacimiento.Shabat shalom Jorge Rozemblum es director de Radio SefaradPulse aquí para acceder a la programación semanal completa y a los enlaces de Radio Sefarad

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¡Dibuja tu propio mapa de Oriente Próximo!, por Jorge Rozemblum

Si uno mira un mapamundi de hace tan sólo un siglo, descubrirá que las fronteras de grandes zonas del mundo eran muy distintas, especialmente en el continente africano (dividido en distintas porciones como colonias de sendas naciones europeas) y lo que conocemos como Oriente Próximo (unificado dentro del vasto imperio otomano dirigido desde Estambul). La desintegración de este último tras su derrota en la Primera Guerra Mundial dio lugar a una parcelación en países sin casi ninguna referencia a la historia o unidad étnica de los mismos.Así, en 1917, las naciones triunfantes (Inglaterra y Francia) se repartieron el territorio, creando nuevos países en respuesta a las alianzas tribales que encontraron en la zona. Por ejemplo, a la familia o clan de los Saúd se les entregó un país (Arabia) que no tuvieron ningún reparo en apellidarlo como ellos mismos: Arabia Saudita. Más recato tuvieron la familia Hachemi cuando en 1922 los británicos les regalaron el país que bautizaron Transjordania (es decir, las tierras al este del Jordán) y que esquilmó el 77% del territorio de Palestina que Londres había prometido en una declaración propia en 1918 para servir como Hogar Nacional a los judíos del mundo.  Luego repitieron el reparto de dividendos en Catar, Omán, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Kuwait, especialmente cuando la inválida arena del desierto se descubrió como hogar del preciado oro negro.Finalmente, y tras la vergüenza de su inacción durante el Holocausto, el Reino Unido propició una nueva partición de lo que quedaba de la Palestina bajo su mandato para crear dos nuevos países, y nuevamente a los judíos le correspondió la parte más pequeña y de peores condiciones climáticas y económicas. Los judíos bailaron en las calles festejándolo. Los árabes se negaron y declararon la guerra. Mientras, en la frontera norte, franceses y británicos también intentaron crear un espacio para los árabes cristianos llamado Líbano.Ante tal arbitrariedad de fronteras y dado el revuelo en que se encuentra la zona, propongo un ejercicio de creatividad: redibujar el Oriente Próximo. Sirva de mero ejemplo mi propuesta. Primero, intentaré respetar las naciones históricas. Rebautizaríamos a Irán como Persia (o Chiilandia, si así lo prefieren), aparte del mundo árabe al que no pertenece, como Turquía. De la mayor parte de lo que hoy día son Irak y Siria nacería Mesopotamia (o Babilonia, si les gusta más), pero con un nuevo país ocupando el norte, incluyendo también parte de la Turquía actual: Kurdistán (de religión no musulmana). En cuanto al Líbano, por fin podría independizarse del acoso de su vecino y ocupante musulmán, para convertirse en verdadera patria de los árabes cristianos, a los que propongo que formasen una confederación con Israel, que recordaría a la que hace milenios forjaron los judíos con sus vecinos, y que con toda lógica propongo que recuperen el nombre de Fenicia.En cuanto al resto, básicamente arena y petróleo, lo mejor sería unificarlo en una gran Arabia (que incluiría como Arabia del Norte gran parte de la Jordania oriental y a Yemen como Arabia del Sur, aparte de la Arabia de los Saúd en el Centro). Probablemente, los pequeños países productores de petróleo querrían mantener cierta autonomía como “Estados Unidos de Petrolia” o algo así, hasta que se les acabe el chollo en unas décadas.Los niños del mundo nos estarían agradecidos cuando tuvieran que calcar mapas y recordar capitales. Los árabes lograrían volver a estar unidos como sólo lo han estado bajo la fuerza de conquistadores e imperios ocupantes como los mamelucos, marcando sus propias diferencias culturales con turcos, persas, kurdos, judíos y cristianos. Está claro que muchos criticarán esta propuesta como algo fruto de un simple juego, pero resulta en muchos sentidos más lógico y justo que lo que se dibujó hace menos de un siglo desde unos despachos de Londres y París. Y sin “borrar” a nadie del mapa, como muchos pretenden con Israel desde su renacimiento.Shabat shalom Jorge Rozemblum es director de Radio SefaradPulse aquí para acceder a la programación semanal completa y a los enlaces de Radio Sefarad

actividades culturales, agenda

Seminario de Turismo Hebreo en Zaragoza

Zaragoza acogerá los días 23 y 24 de noviembre un Seminario sobre Turismo Hebreo y en el que participarán conjuntamente representantes de diferentes universidades y de la cultura y el turismo judío de España para analizar el turismo hebreo ya existente en comunidades como la de Cataluña o Andalucía y para planear la exportación de ese modelo de gestión de turismo hebreo a la provincia de Zaragoza. El seminario obedece a la necesidad de impulsar el legado judío de la provincia de Zaragoza, especialmente en las zonas rurales, como una oportunidad más de desarrollo económico a través del turismo cultural. Por este motivo las actividades previstas se enfocarán principalmente a emprendedores que quieran dirigir su negocio hacia esta clase de turismo, dotándoles de las herramientas y conocimientos adecuados para ello. Más información e inscripciones a través del web: www.seminarioturismohebreo.tk

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Seminario de Turismo Hebreo en Zaragoza

Zaragoza acogerá los días 23 y 24 de noviembre un Seminario sobre Turismo Hebreo y en el que participarán conjuntamente representantes de diferentes universidades y de la cultura y el turismo judío de España para analizar el turismo hebreo ya existente en comunidades como la de Cataluña o Andalucía y para planear la exportación de ese modelo de gestión de turismo hebreo a la provincia de Zaragoza. El seminario obedece a la necesidad de impulsar el legado judío de la provincia de Zaragoza, especialmente en las zonas rurales, como una oportunidad más de desarrollo económico a través del turismo cultural. Por este motivo las actividades previstas se enfocarán principalmente a emprendedores que quieran dirigir su negocio hacia esta clase de turismo, dotándoles de las herramientas y conocimientos adecuados para ello. Más información e inscripciones a través del web: www.seminarioturismohebreo.tk

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