La mujer en el hogar judío, su rol en la educación de sus hijos y la transmisión de la cultura
Por Dalia Levinsohn, Secretaria General de FCJE – Ponencia en el marco del «Seminario Judeo Sefardí» Es para mí un inmenso honor y un gran privilegio poder contribuir a este importante Congreso Mundial Sefardí. Dicho esto empezaré mi ponencia diciendo que, aunque no sea sefardí de origen, lo soy por hecho y por derecho. Me explicaré. Vivo en España desde hace más de 45 años, concretamente en Barcelona, integrada en la Comunidad Israelita de Barcelona desde la llegada de mi familia a esta ciudad, de mayoría sefardíes. Aquí he crecido, aquí me he casado, aquí han nacido mis 2 hijos y todos esos años he frecuentado la sinagoga sefardí. Es por ello que me considero sefardí. Al plantearme el desarrollo de mi ponencia cuyo titulo ““La mujer en el hogar judío, su rol en la educación de sus hijos y la transmisión de la cultura“ se me planteó un gran problema. El desarrollo podía ser absolutamente académico, es decir con citas y mas citas de nuestra Torah, que es el mayor legado que ha recibido el pueblo judío. La Torah establece una norma de vida, a través del cumplimiento de sus preceptos (Mitzvoth). Los preceptos llenan nuestra vida y su cumplimiento constituye una regla de vida que permite transmitir la identidad judía, manteniendo viva la cadena que nos ha permitido perdurar a lo largo de los siglos, pese a las persecuciones y exilios. La exención de la mujer en el cumplimiento de algunas Mitzvoth (por ejemplo asistencia a la sinagoga diariamente), para poder atender mejor a su familia, a sus hijos y a su esposo, preparar la casa para recibir el Shabbat (u otras fiestas) da idea de la sabiduría que subyace en la propia Torah con respecto a la educación, transmisor de la cultura, tradición e identidad judías. En un trabajo de investigación, la socióloga Cherie Koller-Fox de USA, formuló a muchachas de 11 y 12 años en la “Belmont Sschool” la siguiente pregunta: “¿Qué debe hacer una mujer judía para ser una mujer judía?” El resultado de la encuesta fue relevante e instructivo. Algunas muchachas dieron respuestas generales tales como: “Cuidar a los niños” lo que indicaba que para ellas “mujer judía” era sinónimo de “mujer”. Otras expresaron el “cuidar los niños” en términos judíos, tales como: “ir a comprar jalá” o “cocinar para el shabat “.Otras asociaron el concepto de “mujer judía” a la realización de los rituales en el hogar, tales como: “mantener el kashrut en casa” o “encender las velas”. Algunas mencionaron aspectos sinagogales como: “ir a la sinagoga en las fiestas importantes”. Relativamente pocas muchachas mencionaron que lo que debe hacer una mujer judía. La mayor responsabilidad de la mujer judía es la de enseñar y transmitir a sus hijos su herencia judía y estudiarla por sí misma. ¿Y cual es esa herencia? Esa herencia o legado es ni más ni menos que el judaísmo. Hay muchas definiciones de judaísmo. Yo no pretendo, en modo alguno exponer un tratado sobre judaísmo: para ello hay personas mucho más eruditas en el tema que yo. Únicamente diré que el judaísmo ha perdurado entre nosotros, desde Abraham a nuestros días, gracias a muchas cosas, pero sobretodo, sobretodo, gracias a su enseñanza en el seno de la familia, gracias a la madre judía. Bajo una perspectiva judía, la mujer, al elegir el desafío de tener hijos, se compromete a crear y moldear un cuerpo y un alma judía, cuya misión es la de mejorar el mundo en que vivimos. La mujer y el hombre, dentro del judaísmo desempeñan distintos papeles. La mujer es la encargada del hogar y de la educación de los hijos. Durante los primeros años de infancia, la educación es, principalmente responsabilidad de la mujer. Después la educación es compartida. Por cierto no se si saben como de dice mujer en arameo: mujer en arameo se dice “d´baita “que quiere decir “de casa”. Cuando la madre hace una comida de shabat o de fiestas como pesaj, los hijos se impregnan de olores, sabores, y colores. Cuando la madre realiza el encendido de las velas en víspera de shabat o de fiestas y recita las bendiciones correspondientes, los hijos se impregnan de sonidos y músicas. Todo ello son actos positivos que van calando en el niño quien se impregna de estos actos. Todo esto que acabo de decir no es teoría. Es pura práctica. No estoy más que transmitiendo mis propias experiencias de niña. Recuerdo perfectamente cuando, de pequeña me llegaban los efluvios de olor a mermelada de fresa cuando mi madre preparaba “ los sufganiyot “ (bollos) para la fiesta de Hanukka; los “oznei hamman “ de Purim; las comidas lácteas para Tu Bishvat, al tiempo que nos contaba el porque de estos dulces y costumbres. Cuando la madre judía ha terminado de disponer la mesa para el Seder, convendrán ustedes conmigo, madres judías, que casi no tiene fuerzas para sostenerse de pie, tan cansada esta !. Pero ver reunidos alrededor de una mesa a su marido, hijos, nietos, familiares y amigos, dispuestos a celebrar, nuevamente, e igual que se viene haciendo hace mas de cuatro mil años, año tras año el Seder de Pesaj es la culminación de un deber y una obligación para con el futuro y para mantener viva la cadena de transmisión a la que estamos indefectiblemente unidos. Asimismo los hijos van diariamente recibiendo las enseñanzas del judaísmo a través del quehacer diario de la madre (cocinar guardando las normas de cashrut). La grandeza del judaísmo es que no debe esperar a las fiestas judías anuales, sino que cada shabat la madre judía dispone su casa para recibir el shabat, cocina las comidas típicas, enciende las velas, cada semana se renueva el mandato y la tradición que impregnan a sus hijos dentro del seno de la familia. Y en cumpliendo a su modo los preceptos que le han sido transmitidos, la madre judía enseña a hablar a sus hijos. Así es como esa maravillosa lengua que es el ladino, (antiguo