Discurso del Presidente con motivo de la cena anual de FCJE
Tras una etapa de exclusión de lo judío en el periodo franquista, nuestra generación ha visto la llegada de la democracia, de la Constitución de 1978 y de la Ley de Libertad Religiosa de 1980, pilares todos ellos de una etapa de igualdad y libertad. Nuestra generación ha visto también la pacificación de los espíritus entre judíos y cristianos tras el impacto del Holocausto. En lo que respecta al catolicismo, este emprendió, a partir de la Declaración “Nostra Aetate”, una transformación de sus relaciones con los judíos a través del respeto para estos tal como son, con su fe y sus convicciones religiosas. Constató que a los judíos como pueblo no se les puede imputar culpa alguna, por la «Pasión de Jesús», ni a los judíos de aquel tiempo ni a los posteriores, ni a los de ahora. Deploró “los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos”, y se comprometió a promover la comunicación con la comunidad judía. En lo que respecta al judaísmo, la Declaración “Dabru Emet”, reconoce que los cristianos también “adoran al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el creador del Cielo y de la Tierra”, constata que judíos y cristianos aceptan los principios morales de la Torá, considera que los cristianos pueden respetar la reivindicación del pueblo judío sobre la tierra de Israel, determina que la diferencia humanamente inconciliable entre judíos y cristianos no será resuelta hasta que Dios redima a todo el mundo según las promesas de la Escritura , y propone que judíos y cristianos trabajen juntos por la justicia y la paz. Quizás por todo ello, por la Constitución que tenemos y por el acercamiento entre judíos y cristianos, hoy, por primera vez después de 500 años, los miembros de la comunidad judía – herederos de una sociedad en la que nacieron Maimónides, Yehudá Halevy, Nahmánides, Ibn Gabirol y cientos de poetas, filósofos y escritores, pero que también sufrió la tragedia de la Inquisición – comenzamos a tener en la España democrática una existencia normal como judíos y como españoles simultáneamente. Y dentro de esta nueva normalidad se repite la convocatoria anual de este premio Ángel Pulido, que este año coincide con el vigésimo quinto aniversario de la Federación. Es habitual que en esta convocatoria analicemos los principales problemas con los que nos enfrentamos y aquellos que constituyen nuestro quehacer. Permítanme exponerles algunos de ellos. Los judíos, que hemos luchado por la libertad de conciencia, necesitamos que el Estado, que se ha definido constitucionalmente como no confesional, lo sea de hecho. Es decir que, viendo el hecho religioso al menos con la misma simpatía con la que ve a otras organizaciones caritativas y sociales, avance en la neutralidad religiosa, con el pleno respeto a todas las confesiones, incluida por supuesto la confesión mayoritaria.Para los judíos, este avance, transcurridos ya quince años de la firma de los acuerdos con el Estado, implica el desarrollo real de estos acuerdos, para que se puedan resolver ciertos problemas, entre ellos la consecución de suelo público para nuestra finalidad religiosa y social, un sistema adecuado de financiación y que se asegure el derecho a ofrecer apoyo espiritual a nuestros correligionarios en cuarteles, hospitales y cárceles. Me gustaría también señalarles tres hechos de cierta importancia que han tenido lugar en el año en curso. El primero, del que nos felicitamos, es la creación de la Casa Sefarad-Israel, dirigida por la embajadora Ana Salomon, proyecto auspiciado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, en colaboración con la Comunidad de Madrid y con el Ayuntamiento de la capital. Deseamos a la Casa Sefarad-Israel un largo y fructuoso recorrido y esperamos que sea una plataforma esencial para el acercamiento del pueblo judío y de su cultura a toda la sociedad española. El segundo de ellos es un problema que parece estar en vías de resolución. Me refiero a la remoción de los restos de cementerios judíos históricos, suscitado simultáneamente en tres localidades – Barcelona, Lucena y Tárrega – al comienzo de este verano. La Federación ha establecido un Protocolo para los casos de remoción fortuita o ineludible de restos humanos de cementerios judíos, en el que se pide que los restos individualizados – como respeto a nuestra tradición religiosa de enterramiento perpetuo – sean reenterrados en el mismo cementerio bajo supervisión rabínica, o bien se entreguen a la Federación para su inmediato enterramiento en el cementerio judío más próximo. El tercer hecho que quiero señalar es ciertamente preocupante. Me refiero a los planteamientos de la sentencia del Tribunal Constitucional, aplicada sobre el caso de la Librería Europa y Pedro Varela, que conocemos por lo publicado en la Prensa. La sentencia del Tribunal, despenalizando parcialmente el delito de apología de genocidio, aleja a nuestro país de las tesis imperantes en los más importantes países europeos y entra en plena contradicción con acuerdos internacionales de derechos humanos, que limitan la libertad de expresión al respeto y defensa de los derechos fundamentales.La Federación de Comunidades Judías tiene la preocupación de que tras esta sentencia, en nombre de una libertad de expresión que podría ejercerse sin tener sus límites en el respeto a los derechos humanos, el país se convierta con toda legalidad en el centro de información nazi de Europa, tanto a través de libro y prensa como de Internet. La Federación de Comunidades Judías de España es totalmente favorable a la libertad de expresión así como al resto de las libertades constitucionales. Pero la libertad tiene que servir para la convivencia pacífica de la sociedad y no para la infiltración del odio. Una sociedad decente no puede atacar tan solo a los causantes de daños reales, sino que necesita una prevención para evitar que el odio racial se extienda. Hoy, las víctimas del Holocausto se sienten también víctimas de la sentencia del Tribunal Constitucional, que elimina los límites penales necesarios para evitar que se extienda de nuevo el racismo, la xenofobia y el antisemitismo en la sociedad. Volvamos a lo que constituye nuestro quehacer.