Democracia y analfabetismo por Abraham Barchilón
Llevamos unos días viendo cómo las poblaciones de algunos países musulmanes/árabes, han entrado en ebullición, una ebullición que ha llevado a un “contagio”, previsto en realidad, tanto por occidente como por el resto de países árabes, aunque sin suponer ni el alcance ni la dimensión del mismo .
Todos éramos conscientes de que el diferencial, tanto en nivel de vida como en índice de analfabetismo, en dichos países era inversamente proporcional a la riqueza de los mismos.
Asimismo, constatábamos cómo las cúpulas dirigentes de dichos países, ya sean monarquías o repúblicas, ante cualquier eventualidad interna jaleaban a sus poblaciones, con el manido tema del enemigo común, es decir, Israel, Norteamérica y porqué no decirlo, también del “mundo infiel”, es decir, todos los que nos profesan la religión islámica.
Pero la realidad ha demostrado que lo que sus poblaciones quieren es la calidad de vida, el índice cultural y los principios básicos de libertad y democracia que tienen precisamente los países citados.
Hemos sido complacientes viendo como dictadores nombraban herederos a sus hijos, cómo grupos armados asesinaban a dirigentes contrarios a ellos, como en las informaciones periodísticas y en grandes titulares, se hacía mención a la “reacción defensiva” y no a la “acción terrorista” que la provocaba, cómo el mundo occidental era amenazado, ante libros o imágenes, que sólo significaban la libertad de expresión, o cómo se llegaba a dar cobertura y respaldo a quienes trataban de dinamitar unas incipientes conversaciones de paz.
Pero ha llegado el momento de que, dándoles el respaldo que dichas poblaciones demanden, el mundo democrático les sepa hacer llegar que los procesos democráticos, para que se consoliden, deben contar con una programación y no se instauran de la noche al día, y que la principal premisa debe ser la realidad social donde se vaya a desarrollar. En caso contrario, las esperanzas que se abren de vida democrática, pueden ser truncadas por el analfabetismo de sus pueblos. Que toda la “revolución” no sólo quede en el cambio de unos dirigentes autócratas y corruptos por otros fanáticos y manipuladores sociológicos, porque con ello los pueblos seguirán reprimidos, pobres, analfabetos y sin libertad, ni democracia.
Sección semanal de Abraham Barchilón, miembro de la Comisión Permanente de la Federación de Comunidades Judías de España, en Radio Ona Mallorca